Hoy hace tres años llegaba al mundo mi pequeña princesa. Apareció en nuestras vidas sin pensarlo. Nos enteramos gracias a su hermano, quien dejó la lactancia de mamá porque de algún modo supo que había alguien esperando a salir. Días después lo supo el resto del mundo. La naturaleza es más que sabia. No la esperábamos pero cambió nuestras vidas. Con su sonrisa constante, sus cambios de humor típicos de su naturaleza femenina. Su pelo rubio como el oro. Su mirada alegre. Sus locuras constantes. Sus bailes. Sus canciones. Sus discursos eternos. Sus giros de cabeza como muestra de indignación. Todo un personajillo que ha hecho de estos últimos tres años un tiempo precioso. Y, por cierto, su carita de sorpresa fue la que dio nombre a este blog, que nació poco después de que mi pequeña princesa llegara.