En estos días, Chiquinini ha cumplido tres años y Chiquinina cuatro meses. Cómo pasa el tiempo, con la niña parece que pasa incuso más deprisa. Supongo que es porque ahora son dos por una parte, y porque en muchos aspectos estoy más relajada que con el primero. También parece que da un poquito más de pena que crezca, porque en principio es el último bebé que voy a tener ( a no ser que en unos años se nos crucen los cables otra vez).Cada vez nos conocemos mejor, cada vez atisbo mejor su forma de ser. Tan pequeñita y ya veo lo diferente que es de su hermano. Está para comérsela con patatas.
Respecto al Chiquinini ya es un niño, ni rastro del bebé que era hace poco. Cuando cumplió dos años ya dormía en la cama, no llevaba chupete y al poco tiempo dejó también el pañal. Pero para mí, lo más espectacular de este año ha sido el desarrollo del lenguaje. Cómo ha ido evolucionando de forma exponencial, cada vez más y mejor. Pasando de hablar a lo indio o a lo guiri para usar bien los verbos, pronombres, adverbios, algunas muletillas, giros y expresiones. Todo. Y con unas ocurrencias, razonamientos y demás que a veces te dejan con la boca abierta y otras te hacen partirte de risa, algunas de las cuales dieron lugar a la etiqueta peque-ocurrencias del blog. Algo ha habido también en este año en cuanto a rabietas, se va perfilando más su carácter, ha descubierto y entendido muchas cosas nuevas para él. Pero como decía, el aspecto del desarrollo del lenguaje es lo que a mí personalmente más me ha gustado y sorprendido.