El comienzo de Tres bodas de más, recuerda inevitablemente al comienzo de Happiness de Todd Solondz, con la ruptura de una pareja en un restaurante. Obviamente las intenciones de Caldera son muy distintas a las de Solondz, pues no busca nunca acercarse a ese retrato del ser humano depravado y desesperanzador que se narraba en Happiness. Pero esto si le permite definir perfectamente a su personaje protagonista. Un patito feo (de nuevo aquí nos encontramos con un personaje que parece salido de una película americana, pues Inma Cuesta no tiene físicamente nada del personaje que se construye, siendo un poco ese patito feo que con tan sólo quitarse las gafas ya resulta una mujer despampanante para la perplejidad de todos los que la rodean), que es pisoteado por todos los que tiene a su alrededor, ya sean sus novios, su madre o su jefa. Obediente y sin agallas, no se atreve más que aceptar todo lo que se le presenta sin hacer frente a nada. Pronto se tendrá que ver en la tesitura de asistir a la boda de tres de sus ex-novios en un plazo de poco más de un mes, aún reticente, vuelve a ser incapaz de decir que no. Pero esto le servirá también para conocer a una nueva persona, un cirujano plástico interpretado por un Quim Gutiérrez, que se siente algo repetitivo, y que por momentos, parece repetir el mismo papel que realizó en Primos.
TRES BODAS DE MÁS
Título Original: Tres bodas de más Director: Javier Ruiz Caldera Guión: Pablo Alén, Breixo Corral Fotografía: Arnau Valls Colomer Música: Javier Rodero Intérpretes: Inma Cuesta, Rossy de Palma, Quim Gutiérrez, María Botto, Martiño Rivas, Laura Sánchez, Paco León, Berto Romero, Sílvia Abril, Bárbara Santa Cruz, Octavi Pujades, Bruno Sevilla, Joaquín Reyes Distribuidora: Warner Fecha de Estreno: 05/12/2013
La filmografía de Javier Ruíz Caldera deja en evidencia su clara influencia del cine norteamericano. Con su primera película, Spanish Movie, adaptaba una formula explotada hasta la saciedad por Jason Friedberg y Aaron Seltzer en sus comedias paródicas. Esta Spanish Movie era algo bastante inédito en España, la cual se acercaba al cine contemporáneo patrio más comercial para parodiarla con sketches que parecían llegar de programas como Homo Zapping. Mejoraba los resultados de las americanas y conseguía una película bastante más aceptable que aquellas de las que bebía, siempre dentro de las limitaciones que ofrece la fórmula. Ya en su segunda película, Promoción fantasma, mostró un salto cuantitativo de calidad. La película seguía bebiendo de la fórmula americana, especialmente del cine adolescente de los 80 y de las películas de John Hughes. Con su tercera película, Ruíz Caldera, demuestra que sus influencias son claras y que no va a cambiarlas, pero también muestra su versatilidad al saber acercarse a comedias de un perfil muy distinto. Tres bodas de más, se podría definir a la perfección como la adaptación americana de Cuatro bodas y un funeral, realizada en España. Y es que el realizador saca la esencia de la película de Mike Newell, crea a una protagonista cercana al perfil de Bridget Jones, la lleva al universo escatológico de Judd Apatow, y termina la mezcla rodeándola de secundarios de un perfil berlanguiano, como ese sensacional alcalde que inevitablemente nos recuerda a Pepe Isbert en Bienvenido Mister Marshall. Una mezcla que además, funciona a la perfección.
El comienzo de Tres bodas de más, recuerda inevitablemente al comienzo de Happiness de Todd Solondz, con la ruptura de una pareja en un restaurante. Obviamente las intenciones de Caldera son muy distintas a las de Solondz, pues no busca nunca acercarse a ese retrato del ser humano depravado y desesperanzador que se narraba en Happiness. Pero esto si le permite definir perfectamente a su personaje protagonista. Un patito feo (de nuevo aquí nos encontramos con un personaje que parece salido de una película americana, pues Inma Cuesta no tiene físicamente nada del personaje que se construye, siendo un poco ese patito feo que con tan sólo quitarse las gafas ya resulta una mujer despampanante para la perplejidad de todos los que la rodean), que es pisoteado por todos los que tiene a su alrededor, ya sean sus novios, su madre o su jefa. Obediente y sin agallas, no se atreve más que aceptar todo lo que se le presenta sin hacer frente a nada. Pronto se tendrá que ver en la tesitura de asistir a la boda de tres de sus ex-novios en un plazo de poco más de un mes, aún reticente, vuelve a ser incapaz de decir que no. Pero esto le servirá también para conocer a una nueva persona, un cirujano plástico interpretado por un Quim Gutiérrez, que se siente algo repetitivo, y que por momentos, parece repetir el mismo papel que realizó en Primos.
El principal objetivo de Caldera es el de elaborar una comedia liviana que produzca carcajadas, y lo consigue con acierto desde su primera escena, gracias, sobre todo, a una extensa cartera de secundarios, que va desde un sorprendente Berto Romero. A Rossy de Palma haciendo el papel de la madre de la protagonista, Paco León como un ex-novio surfero, Bárbara Santa Cruz como una malhumorada minusválida, que además da pie a uno de los gags más desternillantes de la película, o Joaquín Reyes en un brillante cameo durante los créditos. Consigue hacer humor, y lo hace, de nuevo, aprovechándose del estilo americano, dotando a la película de un ritmo vertiginoso y que pese a que quizá por momentos se note algo resentida por su construcción episódica, acaba siendo un mal menor, cuando la vorágine de chistes sexuales y las escenas escatológicas aparecen en escena, incluyendo la caca como elemento fundamental en mucho de sus chistes visuales, especialmente en el momento desternillante de la capucha de Berto Romero.
Pero la perfecta composición del personaje protagonista, también permite a su realizador darle a la película un fondo mayor que el de una simple comedia alocada. Realmente no es nada novedoso lo que nos trae, una comedia romántica cuyo resultado final conocemos de antemano. Pero el trayecto para completar con ese camino, trae también consigo, una interesante evolución del personaje, caminando desde ese pasado que se acerca en forma de bodas para observar todos sus errores y enmendarlos casi de manera inconsciente. Aquí entra también en escena la figura del becario que interpreta un soso Martiño Rivas y una metáfora, manida, pero bien traída, con la forma de aparcar el coche y la manera de la que la protagonista quiere ser tratada.
Tres bodas de más es ante todo una comedia ágil y realmente descacharrante. En el que su realizador demuestra además ser capaz de unir mundos opuestos, es así capaz de dar de la mano a una canción de El Puma con Carrie de Europe. De aunar la tecnología y las ventajas que ofrece introducir en la narración elementos como Facebook o Youtube, con la España más rural, o una playa que parece más cercana a las de California que a las costas patrias. Estamos hablando de una película inteligente, destinada para el disfrute de todo el público, y que es capaz de bucear entre todas las referencias que guarda, para encontrar su propia personalidad.
El comienzo de Tres bodas de más, recuerda inevitablemente al comienzo de Happiness de Todd Solondz, con la ruptura de una pareja en un restaurante. Obviamente las intenciones de Caldera son muy distintas a las de Solondz, pues no busca nunca acercarse a ese retrato del ser humano depravado y desesperanzador que se narraba en Happiness. Pero esto si le permite definir perfectamente a su personaje protagonista. Un patito feo (de nuevo aquí nos encontramos con un personaje que parece salido de una película americana, pues Inma Cuesta no tiene físicamente nada del personaje que se construye, siendo un poco ese patito feo que con tan sólo quitarse las gafas ya resulta una mujer despampanante para la perplejidad de todos los que la rodean), que es pisoteado por todos los que tiene a su alrededor, ya sean sus novios, su madre o su jefa. Obediente y sin agallas, no se atreve más que aceptar todo lo que se le presenta sin hacer frente a nada. Pronto se tendrá que ver en la tesitura de asistir a la boda de tres de sus ex-novios en un plazo de poco más de un mes, aún reticente, vuelve a ser incapaz de decir que no. Pero esto le servirá también para conocer a una nueva persona, un cirujano plástico interpretado por un Quim Gutiérrez, que se siente algo repetitivo, y que por momentos, parece repetir el mismo papel que realizó en Primos.