Tres deseos alcanzables

Por Javier Ribas

Jose Antonio Marina

Me encanta bucear por internet. Es una fuente inagotable de conocimiento. Por supuesto, esa búsqueda tiene que ser inteligentemente selectiva. Esta es otra de las gracias que le encuentro a esto. Descartar, rechazar, preguntar, comparar, para finalmente alcanzar ciertos conocimientos que de no existir esta potentísima arma supondría un esfuerzo descomunal. Lo que voy recogiendo en la red me hubiera sido casi imposible de recolectar con otros medios. Así que en este viaje digital, lo último con que me he topado es con la definición que da Jose Antonio Marina, filósofo, escritor y pedagogo español sobre la felicidad. Sí ya sé que esto está últimamente muy manido por los blogs, las redes, internet, etc, pero es que me encanta la relación que aporta entre felicidad y creatividad. Como sabéis que a mí me gusta mucho todo esto de la creatividad, pues os invito a que participéis de ello. Por supuesto, esta definición sirve para la vida pero a mí me llamó aún mas la atención para aplicarla a la empresa. Por supuesto, tenéis la libertad de aplicarla cada uno a donde crea conveniente. Pero ójala los jefes, líderes, gerentes, directores de recursos humanos fueran capaces de tenerla como un mantra diario en sus mentes. Tal vez otro  gallo nos cantaría... Bueno, vamos allá: 
La felicidad es la armoniosa satisfacción de nuestros tres grandes deseos: el placer, la vinculación afectiva y la necesidad de ampliar nuestras posibilidades. 

En efecto, el placer supone pasárselo bien. ¿Quién no quiere esto? ¿Qué pasaría si disfrutaras en el trabajo? En el segundo punto, la vinculación afectiva, me basta con lo que él dice. Si en lugar de promover las disputas y el enfrentamiento ( a algunos les va bien con esto), se trabajara en la mejora de la relaciones interpersonales ( a algunos nos va mejor), ¿Cómo trabajarías? Finalmente, si fuéramos capaces de ampliar nuestras posibilidades ( es decir, nos dejaran desarrollar nuestra creatividad, nuestras aportaciones, entonces el trabajo sería la,..., bomba. Por supuesto, nuestro grado de felicidad aumentaría considerablemente y, seguro, nuestro rendimiento. ¿Qué le supondría a la empresa animar a conseguir esa "armoniosa satisfacción? Algunas ya lo intentan.