Tres días de trekking desde Kalaw al lago Inle

Por Flaviaaroundtheworld @FlaviaATW
Sin saber muy bien si el trekking iba a ser duro o no y sin saber quién me iba a acompañar, me levanté con mi energía al 100%. Desayuné tan bien como el día anterior, me despedí del Eastern Pardise y me dirigí a la agencia de viajes. Ahí me comentaron que viajaría con otras dos chicas suizas, que resultaron ser polacas: Magda y Ágata.

Nuestro guía, Thaik Soe, en un momento del trekking

Y resultó ser de lo que más me gustó de Myanmar, por encima incluso de los templos de Bagán, los cuales me habían hecho elegir Birmania como mi destino. La paz, los paisajes y la gente que te encuentras por el camino, hacen de este trekking un imprescindible de Myanmar.

Magda, Agata, Benjamín y yo entre campos de arroz. La foto es de Agata

Una vez que ya estábamos las tres, el guía (Thaik Soe) y su aprendiz Benjamín, nos dispusimos a empezar los 26 kilómetros que nos separaban del pueblo donde íbamos a pasar la noche. El inicio fue cuesta arriba y caminamos, mientras nos empezábamos a conocer, entre árboles de la jungla, donde podía oír el sonido de varios animales.

Pueblo Hin Khar Gone en Myanmar

Cuando dejamos atrás los frondosos árboles, salimos a unas colinas donde había plantaciones de té y llegamos al pueblo de Hin Khar Gone, donde presenciamos un servicio budista y más tarde comimos en una casa. En este pueblo la gente pertenece a la tribu Palaung y se caracterizan por cómo tiene puesto el pañuelo sobre la cabeza.

Mujer Palaung en Myanmar

Después de comer una rica y reconfortante comida y de echarnos una turbo siesta, nos pusimos otra vez en ruta. Esta vez el paisaje cambió por completo y empezamos a ver muchos campos de arroz. Volví a ver ese verde que me enamoró en Camboya y que recorre gran parte de Asia. Esos paisajes me dan calma y me reconfortan.

Campos de arroz

Por el camino nos encontramos bastantes ganaderos y ganaderas llevando a sus búfalos de agua a pequeños lagos o charcas a refrescarse. Estos animales forman parte del paisaje rural de Myanmar.

Mujer birmana con búfalos de agua

Durante el camino hasta Taung Lar, donde pasaríamos la noche, Soe nos contó un montón de historias y datos sobre Myanmar. Nos explicó cómo había aprendido inglés cuando era un niño mientras vendía verduras en las estaciones de trenes a lo ingleses.

Hombre Palaung en Myanmar

Cuando llegamos a nuestra casa por un día, no se me había hecho nada largo el camino, a pesar de todo lo que anduvimos.

Tren birmano

Mientras nos aseábamos con el caldero de agua a modo de ducha, nos prepararon una deliciosa, variada y copiosa cena. Ahí fue cuando me di cuenta que había perdido mis gafas. Parece ser que en cada viaje pierdo o rompo algo (me tendré que mirar esta tara y pensar en hacerme un seguro extra para este tipo de cosas).

Nuestra casa por una noche

Después de una animada charla con Soe, donde nos contó mil y una historias de cómo había conseguido cruzar diferentes fronteras de Myanmar y cómo conocía casi a la perfección su país, nos fuimos a dormir para reponer fuerzas porque el siguiente día iba a ser un poco más duro que este. Si Soe tuviera un pasaporte y algo de dinero para viajar, sería un aventurero como pocos.

Recolectando té

Nos levantamos muy temprano para aprovechar las horas con menos calor. Después de un rico desayuno, nos pusimos en marcha para alcanzar el pico más alto de nuestro trekking. El segundo día, a parte de campos de arroz, podríamos ver plantaciones de chile, gengibre, tomates, café, arroz salvaje y algo más que seguro que se me escapa. Este día fue en el que más anduvimos, 28 kilómetros para ser exactos.

Casa en Na Tha Lae Thee de la tribu Paho

Hicimos una parada a tomar un té en una casa en Na Tha Lae Thee (tribu Paho) y la dueña, con sus hijas y nietos, nos han ofrecido también unas riquísimas patatas fritas caseras. Los nietos era muy movidos y la niña una pequeña modelo. Le encantaba que le sacáramos fotos y se las enseñáramos.

Anciana de la tribu Paho

Por el camino, nos encontramos a un montón de birmanos. Nos explicó Soe (tras traducirnos lo que decían) que estaban de peregrinaje y tenían que ir a diez pueblos de la zona a presentar respeto a los templos de ellos. Así que no les quedaba otra que ir andando.

Hombre Paho que encontramos en el camino

Con las energías renovadas, anduvimos por caminos bastante fáciles hasta el pueblo de Dunn, donde hemos parado a comer. Después de comer la riquísima comida preparada por Soe y Benjamin, continuamos el camino con unas nubes amenazantes de tormenta.

Mujer birmana con los caracteristicos dientes rojos

Y las amenazas se cumplieron y empezó a llover como si no hubiera mañana. Hicimos un pequeño alto en el camino para avituarnos con unos palos para no resbalarnos demasiado. Porque sí, el suelo era un barrizal en el que era bastante complicado mantener el equilibrio siempre y donde había que ir mirando donde se pisaba.

Mujer de la tribu Paho con cesto en la cabeza

Después de algo más de dos horas caminado bajo la lluvia monzónica, llegamos a nuestro destino empapadas de pies a cabeza. Daba igual que lleváramos chubasquero o la mochila tuviera protector. Este día dormimos en una especie de guest house en el pueblo de Patu Bauk. Ahí coincidimos con una pareja de daneses que, en cuanto cayó la primera gota, cogieron un coche para que les llevara ahí y no mojarse. Así que ellos estaban limpios y secos. Les odiamos un poco, pero en cuanto nos duchamos al estilo gato y nos tomamos unas cervezas, se nos pasó.

Mujer de la tribu Palaung cribando el té

La cena fue muy abundante y, cómo no, deliciosa. Ahí vimos cómo Myanmar ganaba a Tailandia en un partido de fútbol y cómo los birmanos se ponían más contentos que si hubieran ganado el mundial.

Paisajes hasta el lago Inle

A la mañana siguiente, con sólo 18 kilómetros por recorrer, comenzamos nuestro último tramo, donde un sol de justicia terminaría de secar nuestras ropas y casi a nosotros. En esta última parte el paisaje cambió bastante: más montañas y casi ningún campo de cultivo. Sobre medio día llegamos a In Dein, un pueblo que está cerca del lago Inle. Ahí nos hemos despedido de nuestros guías y hemos cogido una barca por $15 hasta Nyaung Shwe, el pueblo más grande del lago.

Nuestros guías despidiéndose