Tres historias

Publicado el 22 noviembre 2018 por Angeles


Un chico estupendo
Era un chico estupendo: cariñoso, trabajador, honrado, y además muy guapo. Tenía también sus defectos, claro, pero no eran importantes. Excepto uno.Yo le perdonaba que fuese un poco impuntual, y que le gustase tanto beber. Y que dejara siempre la ropa sucia en el suelo.Lo que no podía soportar era que dijera cosas como “si lo fuera sabido”, “pienso de que”, o “contra más”.Yo intenté mil veces inculcarle un poco de conocimiento, pero no aprendía.Por eso, cuando una tarde me dijo que no sé qué cosa no se podía preveer, no pude contenerme,y le inculqué en el cráneo el segundo tomo de la enciclopedia, tres veces, mientras le gritaba: “¡Eso-nose-dice!”

***Manzanas de tiza 


El maestro dibujó cuatro manzanas en la pizarra. En realidad no eran más que cuatro círculos irregulares con un rabito encima, pero poco a poco, por efecto de la artística mano y de las tizas de colores, los círculos se fueron convirtiendo en manzanas vivas.Primero adquirieron su verdadera forma y después volumen, sombra, brillo, perspectiva.Los alumnos miraban embelesados la evolución de aquellos trazos, el realismo que el maestro iba consiguiendo con los mágicos pases de su mano, y, viendo que aquellas manzanas seguían haciéndose cada vez más apetitosas, se preguntaban hasta dónde llegaría ese realismo. ¿Llegarían a poder cogerlas? ¿Y a comerlas?El silencio en el aula era completo, salvo por el suave ras-ras de las tizas bailando sobre la pizarra.Cuando el maestro consideró que las manzanas estaban terminadas, dijo con cierta pena:–Ahora borramos una.Y al instante sólo quedaron tres.–¿Veis? –dijo–. Cuatro menos una, tres. Eso es restar.Después, con un suspiro, recogió de su mesa el libro de matemáticas, los ejercicios de cálculo, y por último, el cuaderno de dibujo que siempre llevaba consigo.


***FaustinoUn hombre pasea por el cementerio. Se detiene ante una fosa recién excavada y la observa con interés. El jardinero, que lleva un rastrillo y un capazo lleno de flores difuntas, se acerca al hombre con afecto y respeto.
Jardinero: –Buenos días, Faustino. ¿Qué, tomando el aire, no?Faustino: –Sí, hay que airearse y estirar las piernas un poco, que si no se agarrota uno.Jardinero: –Claro, claro. ¿Y qué le parece el hoyito? ¿Le gusta?Faustino: –Mucho. Qué simetría, qué proporciones. Da gusto verlo.Jardinero: –Pues imagínese cuando esté todo terminado, con su caja dentro, su cruz de mármol, su lápida, sus flores…Faustino: –Un primor, amigo mío, un auténtico primor. Vamos, que me dan ganas de morirme otra vez, no le digo más.

Se oye el rumor de la comitiva fúnebre que va acercándose. El jardinero se va hacia su caseta y Faustino se difumina por entre los árboles. 




También podría interesarte :

Quizás te interesen los siguientes artículos :