El primero es Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides, como todo lo que he leído de él, me ha encantado. Tal vez hayáis visto la película de Sofia Coppola, yo todavía no, así que me enfrenté al libro con mis propias imágenes mentales. Son cinco hermanas adolescentes que presionadas por un entorno obsesivo religioso y claustrofóbico acaban por quitarse la vida. La terrible historia la cuentan años después los que fueron sus admiradores secretos, los vecinos de enfrente. Que trataron sin éxito de rescatarlas de su fatal destino. Trágica y envolvente la historia tiene también algunos golpes de humor y mucha ternura.
La segunda es Coral Glynn de Peter Cameron, que me sorprendió. Bajo el camuflaje de un novelón de época ofrece un relato moderno. La historia se arma como un folletín victoriano en que una chica huérfana y humilde va a parar a casa de un hombre adinerado que le pide matrimonio. Pero sorpresa, hay un crimen, una relación homosexual y otro pretendiente. Amor y lujo, si, pero más.
Y la tercera es Mujer de barro de Carol Joyce Oates. No es la novela de Oates que más me ha gustado, nada comparable a Mamá, pero sus referencias a la política de EEUU en la invasión de Irák me han llamado la atención, por lo críticas. Una niña abandonada y maltratada que se convierte en una mujer de éxito profesional y fracaso personal. Lo que más me gustó fue el principio, que aunque muy duro, retrata a la perfección el pavor de esa niña a la merced de la madre loca y cruel. Situación que la marcará de por vida.
Tres historias protagonizadas por mujeres para empezar el año. un año que promete. Vamos allá.