Finales del siglo XIX. Tres amigos acomodados, con la vida económicamente resuelta, se aburren sobremanera. Por eso deciden montarse en una barca para recorrer el Támesis y vivir así esa experiencia que les entretenga lo suficiente. Junto a multitud de bártulos, sobre los que tardan en ponerse de acuerdo, deciden meter también al perro, un animal más hastiado de comodidades si cabe.El resultado es un divertido viaje por el paisaje inglés con cantidad de anécdotas que solo desvelan la frivolidad, extravagancia y torpeza de los tres viajeros. Un paseo, en ocasiones accidentado y a veces desesperante por la flema y pachorra de sus protagonistas, que solo puede terminar como en las buenas familias.Con ninguno de los tres me iría de viaje (me lo pensaría con el perro), pero con gusto les acompañaría siempre que me apeteciera sonreír a través de las palabras de Jerome K. Jerome.
Tres hombres en una barca, por no mencionar al perro (Jerome K. Jerome)
Publicado el 18 marzo 2014 por PelirrosaFinales del siglo XIX. Tres amigos acomodados, con la vida económicamente resuelta, se aburren sobremanera. Por eso deciden montarse en una barca para recorrer el Támesis y vivir así esa experiencia que les entretenga lo suficiente. Junto a multitud de bártulos, sobre los que tardan en ponerse de acuerdo, deciden meter también al perro, un animal más hastiado de comodidades si cabe.El resultado es un divertido viaje por el paisaje inglés con cantidad de anécdotas que solo desvelan la frivolidad, extravagancia y torpeza de los tres viajeros. Un paseo, en ocasiones accidentado y a veces desesperante por la flema y pachorra de sus protagonistas, que solo puede terminar como en las buenas familias.Con ninguno de los tres me iría de viaje (me lo pensaría con el perro), pero con gusto les acompañaría siempre que me apeteciera sonreír a través de las palabras de Jerome K. Jerome.