Luisana Colomine.
Hace tiempo ya que las “cosas de hombres” pasaron a ser también de las mujeres y en muy pocos ámbitos hay exclusividades de uno u otro género, como por ejemplo el muy machista castigo bíblico (“parirás tus hijos con dolor”) o que la paternidad no deja de ser un simple acto de fe…
Ayer pensaba en eso mientras miraba la final del Mundial de Fútbol en la gran pantalla de un centro comercial caraqueño, en el “este del este”, y, entre conversa y conversa con los amigos, me detuve en el adusto y trasnochado rostro de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tratando de ponerme en sus zapatos, ella que acumula tantas historias y batallas, que preside ese gigante del Sur con casi 200 millones de habitantes e igual número de problemas. ¿Puede alguien imaginarse eso?. El semblante de Dilma contrastaba con el de su colega Angela Merkel, la canciller federal alemana, sobrada ella, muy sonriente, la mujer más poderosa del mundo, según la revista Forbes (Dilma está en tercer lugar), que ahora exhibe a los mejores del mundo en Fútbol. Un duro momento para Dilma, sin duda, entregar la copa a los ganadores, al lado del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y tener que compartir con él los abucheos de un público que simplemente obedeció a una matriz mediática muy bien orquestada y montada precisamente alrededor del evento deportivo. Dilma Rousseff va a la reelección presidencial y es obvio que ella se ha convertido en algo molesto para Estados Unidos. La campaña en contra de la mandataria brasileña ha sido implacable.
Tres países, tres mujeres. Alemania y Argentina se disputaron en Brasil el campeonato. La “selfie” del año, sin duda, hubiese sido Dilma, Angela y Cristina. Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de un país con 40 millones de almas que viven y mueren por el fútbol y que ahora es víctima de los llamados “fondos buitres” que buscan mantener la dependencia de las naciones del Sur frente a las grandes potencias capitalistas, según han expresado experto en la materia.
Y del mundial de Fútbol, Dilma se ha tenido que enfrascar en la otra cumbre, la de los llamados “países emergentes”, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que integran el mecanismo Brics, reunida en la ciudad de Fortaleza, Brasil, donde Cristina Fernández expondrá la situación de la deuda adquirida por Argentina en épocas pasadas y la forma cómo su Gobierno ha tratado de cancelar el monto a los fondos buitres. Fernández no descarta formar parte de los Brics.
Por su lado, la Merkel acaba de tener un episodio con su socio, Estados Unidos, por la práctica de espionaje y ella ha dicho que es difícil que ese país deje de espiar agregando esta curiosa declaración:“No puede haber confianza cuando uno tiene que asumir que está siendo espiado. Queremos una cooperación entre aliados y eso implica que no nos espiemos mutuamente”. Angela sabe de poder y la expulsión del funcionario norteamericano solo fue una malacrianza que hizo cosquillas a Obama. Sólo eso.
Así que esas tres mujeres, poderosas y solas (viudas o divorciadas) tienen en sus manos el destino de tres países de indiscutible peso en la geopolítica mundial. Me pregunto, entonces, si esos (esas) que las abuchean, en clara violencia de género, saben exactamente con quiénes se meten o si serán capaces de asumir lo que ellas con tanta valentía han asumido…
Dilma Rousseff presidió los actos de clausura del Mundial de Fútbol y se tuvo que calar un evento lleno de consumismo, preparado todo por la FIFA, incluso el ridículo maletín de Louis Vuitton donde llegó enjaulada la Copa de más de seis kilos de peso. Eso nos hace recordar al cabezón Carlos Marx y su teoría de la mercancía, del mundo de los objetos que nos encantan y que los compramos sin darnos mucha cuenta (porque no queremos) de cómo han sido producidas las cosas…Y mientras tanto, Israel, esa misma tarde en que Dilma y Angela coincidieron en la clausura del Mundial de Fútbol 2014, desataba su más brutal ataque contra la Franja de Gaza.
El mundo al revés…
luisana.colomine@gmail.com @LuisanaC16