Foto: Sandra Escobar
IOLANDA COSTA (Itabuna, Bahía-BRASIL, 1967)
PRESENÇA
Não desperdices tantas
frases.
Oculta o feno, inverna
as magnólias
restringe a sala
a visitantes ilustres.
Sê apenas o amado da minha canção
e eu estarei atenta;
miragem de luz inefável
e eu estarei contigo.
Sem cochilos.
Sem o desdobrar dos sinos.
Sombra no olho do peixe.
PRESENCIA No desperdicies tantas
frases.
Oculta el heno,inverna
las magnolias,
limita el salón
a visitantes ilustres.
Sé apenas el amado de mi canción
y yo estaré atenta;
espejo de luz inefable
y yo estaré contigo.
Sin descuidos.
Sin el repique de campanas.
Sombra en el ojo del pez.
AMARELO POR DENTRO
A tua letra é amarela
como a nêspera, a gema
o fruto em véspera e ocre
saltando da árvore, da página
da costura no dobrado do paletó.
Devolveu-me a vida enquanto escrevias
e sublinhavas o termo, a epígrafe
a semântica clara de cuidados.
Trouxeste o castiçal, o sol
a lâmpada
a última literatura.
O teu amarelo a escorrer-me por dentro.
AMARILLO POR DENTRO
Tu letra es amarilla
como el níspero, la gema
el fruto en vísperas y ocre
saltando del árbol, de la página
de la costura en el dobladillo de la chaqueta.
Me devolvió la vida mientras escribías
y subrayabas el término, el epígrafe
la semántica clara y calculada.
Trajiste el candelabro, el sol
la lámpara
la última literatura.
Tu amarillo se escurre en mi interior.
âmbar
é coisa assim difícil de enquadrar como quando queremos descrever um sonho informe ou a presença do âmbar num fragmento que não o justifique apenas pelo fato da palavra âmbar ser linda na nossa língua oblíqua; é modo de ser com flores amarelas ao lado e cereais em sacas abertas para o divino em nós, por nós, apesar do ladrar dos cães e do estrago que o prenúncio da primavera pode causar nos obsoletos; é fruta-do-conde, figuras em macramé, sentimento de cor; são as estações entre os meus cabelos, clarão nos meus pés, água na minha boca.
ámbar
es algo así difícil de encasillar como cuando queremos describir un sueño informe o la presencia del ámbar en un fragmento que no lo justifique más que por el hecho de que la palabra ámbar es bonita en nuestra lengua oblicua; es un modo de ser con flores amarillas al lado y cereales en sacos abiertos para lo divino que hay en nostros, por nosotros, apesar del ladrido de los perros y del estrago que el presagio de la primavera puede causar en lo obsoleto; es chirimoya, figuras de macramé, sentimiento de color, son las estaciones entre mi cabello, claridad en mis pies, agua en mi boca.
© Poemas: Iolanda Costa
© Traducciones: Verónica Aranda