Tres poemas sobre el desengaño amoroso

Publicado el 15 julio 2019 por Carlosgu82

1

Empieza en el aire insurrecto, catártico,
una noche inconclusa que es ella misma;
ataca y luego desvanece, tras el día
en que todo sobrevive.

Pero no ataques, entiende
que todo es vano
y muere
hoy por ti.

Por eso llamo a tu oído,
lazos del tiempo olvidado
que te envía sonrisas,
y por dentro llorando.

Arrecia así un mal tiempo, tu nube,
pero resguardo el alma
en una trinchera
mañana.

Mañana del tiempo,
gracia esquiva
que ataca
mi vida.

Por ahora nada más,
revienta el tiempo
en la nota fugaz
vacía.


2

No entiendo los números del reloj
ni los de tu canallada,
lagrimas robadas
sin rubor y a traición
de lo que hubo hoy.

Pero busco salidas sin prisas,
y sin embargo tensión
que luego agoniza
por tener un Dios
entre tanta tontería.

Mientras, desciende la marea
llevando los restos
que abandonamos
detrás de una pasión
que nunca existió.

La botella del mar estaba vacía
como la vida naufraga,
pero hay amor,
de verdad que hay amor,
¿o es simple compasión?

3

La decadencia y la muerte
tientan el destino
abordando lo imperfecto
detrás de tus travesuras,
esas que levantan al imperio
y luego huyen de la vida.

Así que no me sacudas más,
ya sé que no valgo nada,
aunque soy sincero
por mis ansias de arena
movediza en la playa
del más allá, tras el dolor.

Menciono con desazón
nombres ya perdidos
en el recuerdo atronador
de verdades sin sentido
que mienten imprecisas
como si no hubiese amor.

Por eso tiemblan mis piernas,
por eso meo los pantalones
con el miedo que devora
mis tripas, y lo siento,
pues tengo un apretón,
con mala educación.

Tú, cruel, juegas
al igual que con un ratón,
y yo sólo espero
el dentellazo derrota
para acabar mí gloría
en un grito indeciso.

Con los destrozos escojo,
entre tristes relaciones,
las dominadoras hasta el final
en el cual lentamente matas
a este pobre bufón
de chistes no correspondidos.

La tortura no tiene razón,
y las devociones se pierden
en la gracia escapada
de tu escotilla escondida,
esa por la que salen amarillos
todos los orientales amaneceres.

La tentación es asquerosa,
los deseos maltrechos
abordan un intento
podrido en el fundamento
de otra vida que olvida
lo que pasa en ésta.

Grito alaridos
confusos de origen
en el dolor escogido
que aborda lo no dicho;
luego se desvanece
una niebla de alcohol.

La ilusión rota
en el trance apocalíptico
acaba siempre mal
lo que nunca ha habido,
para vomitar la cena
llena de baratijas de niña.