Mantener la calma y no perder los nervios cuando en los medios de comunicación resuena continuamente la palabra “crisis”, cuando cada vez parece haber menos tiempo para hacer más cosas y cuando la prisa se transforma en un estilo de vida, puede parecer una utopía, pero es más sencillo de lo que parece si se aplica la “tecnología psicológica” adecuada.
Además de conocer las técnicas más eficaces, para relajarse sólo hace falta practicarlas en un lugar tranquilo y libre de estridencias, dónde se esté a salvo de interrupciones, y con una indumentaria cómoda y que no oprima el cuerpo. Lo ideal es relajarse después de tomar un baño y sin el estómago demasiado lleno.
O por lo menos así lo aconseja la psicóloga Margarita García Marqués, quien propone poner en práctica tres sencillos “bálsamos para el alma”, con el objetivo de cultivar el sosiego en cualquier momento del día cuando arrecie el estrés. Y sólo hacen falta “unos diez minutos” para realizar estos ejercicios:
1- Escribir para aliviar las tormentas mentales
Al expresar los sentimientos negativos y preocupaciones sobre un papel se va reduciendo poco a poco su intensidad, porque de alguna forma los “saca fuera de usted”. De ese modo se abre en la mente más espacio para las ideas positivas y estimulantes.
Una de las cargas de estrés más severas la produce la ira acumulada, la cual se va convirtiendo en resentimiento y, como una olla a presión, puede estallar de manera perjudicial.
Además, “si no se siente capaz de afrontar un problema personal”, lo mejor es escribir los sentimientos en una carta, revisarla para pulir las ofensas y comentarios agresivos, y enviársela a la otra persona.
2- Hacer una pausa y escuchar al corazón
“¿Se siente atrapada en su trabajo por unas tareas que le superan?” Pues es el momento de tomarse un tiempo para salir de esa atmósfera mental enrarecida y tomar aire fresco, que a su vez refrescará la mente. Hay que sentarse en un lugar tranquilo, cerrar los ojos y concéntrese en los latidos del corazón.
Luego hay que respirar lenta y profundamente, llenando los pulmones por completo de aire; visualizar en el “ojo de su mente” una corriente de agua clara y brillante, que atraviesa la cabeza y baja por todo el cuerpo, arrastrando y limpiando toda la tensión nerviosa.
Después, hay que imaginar que se tienen raíces y se adentran en la tierra, descansando. A medida que el cuerpo se relaja, va cambiando la perspectiva de las cosas y las actividades parecerán más llevaderas y sencillas.
3- Desconectar poco a poco del cuerpo
El siguiente paso es cerrar los ojos e imaginar un panel eléctrico, con una serie botones y una lucecita roja encima de cada uno. Cada uno de esos interruptores imaginarios está conectado con una parte del cuerpo.
Hay que llevar la atención a los pies, sintiendo y repitiendo con la voz interior que se van poniendo cada vez más relajados y descansados.
Y cuando se haya conseguido del todo, se apaga el interruptor correspondiente y su luz testigo: los pies están ahora sin tensión y desconectados.
Finalmente hay que proseguir con las otras partes de la anatomía, dedicándole un minuto a cada una: pantorrillas, muslos, glúteos, abdomen, pecho, espalda, hombros y brazos, manos y finalmente el rostro y la mandíbula.
En definitiva, un método sencillo que propone la experta García Marqúés para tratar hacer más llevadera una vida de ajetreo constante y descanso efímero.
Fuente: Stylo.es