Tres Tristes Trechos

Por Humbertodib

Como todas las noches desde hacía 37 años, José fue hasta el baño para quitarse la ropa de calle. Allí se puso el viejo pijama de algodón y salió casi tan limpio como había entrado, era una pena que se le hubieran formado esos grumos blancuzcos en las comisuras de los labios.

-Espero que hoy estés más tranquilo, hace varios días que gimes y te revuelves en la cama mientras duermes- le dijo la esposa ya dentro de las sábanas.-Lo siento, últimamente no estoy descansando bien.-Es que lloras y gritas mucho, ya vamos a conseguir ese dinero, no te preocupes…-No es eso, mujer, son sólo pesadillas- gruñó él, acomodando la manta.

Se metió en la cama, se quitó los lentes y los dejó sobre la mesilla de noche. Le echó un vistazo a la foto de sus hijos (le sonreían, o eso imaginaba él) y luego apagó la luz. Como si lo hubieran pactado de antemano, cada uno se dio vuelta hacia el lado opuesto del lecho, culo contra culo. Pasados más de 3.600 tic-tacs, ya estaban subidos sobre la ominosa cornisa de la medianoche, pero ninguno de los dos conseguía dormirse, ella: por las penurias del día anterior, él: porque le intrigaba saber quién encontraría sus cuerpos al día siguiente.