Se busca Mesías:
Enviado divino nacido de hombre y mujer, verbo hecho carne y hueso, humano entre los humanos. Poder de sabiduría, fuente de redención moral; a sus pies se postrarán la maldad, el sufrimiento y la tiranía. Sin sumisión a la ignorancia, rebatirá las irrebatibles verdades eternas. Osado en el celo a la fraternidad, rendirá servidumbre a la utopía legítima de un mundo justo y feliz (donde cada ciudadano decidirá sobre su propia vida). Derramaremos en su cabeza el aceite del elegido. Ungido para restaurar la dignidad del pueblo, traerá la paz eterna, el amor eterno y la prosperidad eterna.
Se busca Mesías que restablezca el Edén: cuelga el cartel en la puerta de la desesperación. Se necesita Mesías que sepa llevar la cruz a cuestas, en la que iremos todos cómodamente subidos.