Trillo (Guadalajara)

Por Yorga @javieramosantos

Apenas sobrepasa el millar de habitantes, pero esta población alcarreña situada en la margen izquierda el río Tajo, en un enclave de gran belleza paisajística, gozó antaño de una relevancia estratégica clave por ser región fronteriza entre la Carpetania y la Celtiberia. El desarrollo poblacional de Trillo se consolidó tras su conquista en el siglo XI en tiempos de Alfonso VI. A partir del año 1325 el Infante Don Juan Manuel comenzó a levantar el castillo cuyas ruinas palpitan en recuerdo de tiempos mejores.

Ya en el siglo XV, la jurisdicción de estas tierras pasó a manos de los Condes de Cifuentes, hasta que en 1630 el municipio de Trillo fue declarado villa con jurisdicción propia. De este periodo permanecen algunos ejemplos en su arquitectura, como las iglesias de Viana y de La Puerta. La influencia del Císter, amén de su referencia de Ovila, que se tratará más adelante, se extendió por esta zona de frontera con muestras tan relevantes como la ermita de Morillejo.

Uno de los puentes sobre el Tajo que tiene Trillo.

Durante siglos venideros, Trillo se erigió como un pueblo próspero, hasta que comenzó su declive a principios del siglo XVIII con la Guerra de Sucesión. La batalla acabó con sus montes, ganados, colmenas y más de 200 casas. La población diezmó y llegó a quemar con tan solo 82 vecinos. La localidad alcarreña alberga en la actualidad la central nuclear más moderna de España, inaugurada en 1987.

En el término municipal de Trillo se encuentran las llamadas Tetas de Viana, dos montes gemelos que encierran parajes de gran interés natural, y el Instituto Leprológico Nacional, sito en los antiguos baños de Carlos III, conocidos ya en época romana y árabe. Las Tetas de Viana son dos llamativas chimeneas naturales formadas por dos cerros, “las dos únicas tetas que se me han resistido”, espetó con socarronería el Premio Nobel Camilo José Cela, que quiso coronarlas en globo y acabó estampado contra los chopos del río, enredado entre retamas y cordeles. Cela retrató Trillo y otros lugares con historia de Castilla La Mancha en su recomendable Viaje a la Alcarria.

El río Cifuentes a su paso por Trillo./Tnarik

Trillo, cercado en aguas, tiene en sus puentes parte de su camino, más alejados el puente de Arriba o el puente Murel participan de su relevancia. El agua se alza en verdadero protagonista de la villa, dentro de su espacio urbano, en sus paisajes naturales y en otros de tipo industrial. La Casa de los Molinos es el edificio más antiguo de Trillo, citado varias veces en documentos medievales como edificio de molienda y de sierra. Las cascada del Cifuentes es el último tramo del río antes de su salto al progenitor Tajo y constituye un paraje natural donde el agua salvaje peina en su caída un haz de blancura de singular belleza.

El puente sobre el Tajo es seña de identidad y recipiente de historias que rodearon su tiempo y el del municipio, envuelto en batallas que requirieron su paso o su dominio. Lo edificios religiosos son parte de su sustrato, y relato imprescindible de su historia: las ermitas de San Juan, San Roque o de la Virgen de la Soledad lo confirman. En el pueblo, la iglesia de Santa María de la Estrella (siglo XVI) muestra una portada plateresca. De la ermita de San Martín se conservan algunos restos. Los cimientos pertenecen a un templo visigodo sobre el que se construyó una iglesia románica.

Ruinas del expoliado monasterio de Ovila./Sevegi

En las afueras se encuentra el monasterio de Santa María de Ovila (siglo XII) Fundado por Alfonso VIII, estuvo en las manos de la orden del Císter. En la década de los cuarenta, del siglo XX, se vendió a un americano que pretendía llevárselo a Estados Unidos, como otros muchos restos que se pueden ver en Nueva York, pero el traslado nunca tuvo efecto. Las piedras, perfectamente numeradas para poderlas recomponer en tierra americana, se utilizaron para empedrar algunas calles de Vigo, aunque gran número están en paradero desconocido. Del convento quedan restos de la iglesia.

Trillo nos ofrece retazos de historia en sus monumentos, en sus hermosos parajes que claman al sosiego y la memoria del viajero. El curso del agua le conduce hasta Sacedón por la ruta de los pantanos: Alocén, El Olivar, Durón, Budia, pueblos de recoletas casas construidas con piedra caliza y donde da gusto pasear. Si se merodea por esta provincia, otra buena opción para viajar es acercarse hasta Zorita de los Canes y disfrutar del esplendoroso pasado que transmite la antigua ciudad visigoda de Recópolis. Por ejemplo.

Dónde dormir: Hotel Rural Las Viñas; C/ Las Viñas, 6; 19450 Trillo (Guadalajara); teléfono: 949815406.

Dónde comer: Mesón Víctor; C/ La Vega s/n; Trillo (Guadalajara); teléfono: 949815010.