El libro esta narrado en primera persona, alternando siempre un capítulo de Amy con uno de Elder. Esto tiene su lado bueno, ya que nos ayuda a conocer mejor a nuestros protagonistas, pero también tiene su lado malo, ya que no llegamos a conocer mejor a algunos secundarios que, personalmente, me gustaron mucho, como por ejemplo, Harley, el mejor amigo de Elder, un chico creativo, un pintor, que tiene detrás una triste historia que me conmovió bastante. Tampoco es que tengamos mucha ocasión de conocer a Eldest, el enigmático líder de la nave, que ha cargado sobre sus hombros con los enormes secretos que esta tiene, solo para proteger a la tripulación. Pero esto tampoco es algo tan malo, pues así, la responsabilidad de revelar esos secretos y tomar sus propias decisiones recae sobre Amy y Elder, los dos jóvenes protagonistas, que, a base de aprender esos secretos, de proteger a los suyos y de afianzar su relación, irán poco a poco madurando a lo largo de la historia. El hecho de que tengan que investigar qué sucede a bordo de la nave hace que, en este tomo, y en el siguiente, la historia tenga un tono no solo espacial, sino también detectivesco. La autora sabe que, al otro lado, los lectores estamos ávidos de saber que pasa, que se les ha estado ocultando a Amy, a Elder, y al resto de los que viajan a bordo de esa nave, y cuál será su destino, así como el de los padres de Amy y los demás que permanecen congelados. Pero ella revela la información con cuentagotas, siendo este, considero, el máximo acierto de su historia. Cada verdad que descubren cuesta a los protagonistas un sacrificio, y llegan a correr verdadero peligro. Máxime cuando hay vidas a juego a bordo: las de los humanos criogenizados, que están siendo asesinados mientras permanecen en ese estado vulnerable. Y es ahí donde esta el primer hilo del embrollo, hilo conectado con el personaje de Orión, el archivista de la nave, que también esconde secretos que constituyen el primer e inesperado giro argumental de la historia. Otro gran acierto de la autora es, a través de los puntos de vista contrastados de Amy y de Elder, mostrarnos las diferencias culturales entre la chica nacida en la Tierra (o Tiera-Sol como llaman ahora a nuestro planeta) y el joven nacido en la nave. Aislados en su viaje a través de las estrellas, los habitantes de Godspeed han evolucionado hacia una cultura estable y monoétnica: todos tienen las mismas creencias, y el mismo aspecto físico. No hay razas, religiones, ni otras diferencias notables. Y Amy no parece encajar muy bien en todo esto, de ahí las ansias de la muchacha por encajar, o al menos, sobrevivir en una cultura nueva que no conoce, y de proteger lo único que le queda de la Tierra, su hogar: sus padres, que aún permanecen congelados. Y de ahí la curiosidad de Elder por ella, por la chica del cabello de color puesta de sol y los ojos verdes, que parece tan diferente de todas las personas que ha conocido hasta entonces. Y ese es el comienzo del amor entre los dos jóvenes. El final de este libro llegará, como el de los otros, a golpe de las decisiones difíciles, aunque en última instancia, liberadoras, que tendrán que tomar Amy y Elder para sobrevivir, conseguir llegar a Tierra-Centauro, y mantener a salvo la nave y a todos los que viajan en ella. Y no será poca cosa la decisión que habrán de tomar en este primer tomo, decisión que nos lleva a meditar sobre el liderazgo, y sobre el precio de la libertad.
Este nuevo libro nos ayuda a conocer un poco mejor la vida a bordo de Godspeed, y como esta (o al menos, estaba) estructurada la sociedad a bordo de la nave. En concreto, conocemos a nuevos personajes que también despertaron mi simpatía y mi cariño por un motivo u otro, buenos secundarios como los llamados Habitantes de la Nave, Marae o Shelby,que manejan el Puente de Mando o Kit, la aprendiza médica de a bordo. También en esta ocasión, el estilo de narración es aún más detectivesco, debido a la búsqueda de pistas de Amy, las pistas que Orión ocultó en libros famosos (como Romeo y Julieta, sonetos de Shakespeare, Alicia en el País de las Maravillas o El Principito) y que la acercan, a ella y a Elder, a una verdad que cada vez requerirá más sacrificios de su parte. Y mientras, el caos se apodera lentamente de la nave, dando a lector una sensación terrible de urgencia. Deben llegar al planeta, o no sobrevivirán. Todo el libro te contagia de esa sensación de que el reloj esta en tu contra: el tiempo corre, y deseas que Amy y Elder descubran pronto lo que quiera que este pasando, y lo resuelvan. La búsqueda de pistas te ayuda a meterte de lleno en la historia, pero también, no puedes evitar sentir simpatía por los ciudadanos de Godspeed en plena rebelión. Tienen sus razones para dudar de si Elder es el más indicado para protegerles, para liderarles, y también para estar muy enfadados por todo lo que se les ha ocultado. Cuando Amy y Elder al fin descubren el gran secreto de este tomo, la revelación les cae, no solo a ellos, sino a toda la nave, igual que la luz al esclavo que asciende de la cueva en la Alegoría de las Cavernas de Platón. O al menos, es a eso a lo que me recordó. De nuevo, al final, y tras no poco sufrimiento, hay que tomar una decisión complicada. Y esta vez, no solo será cosa de Amy y Elder, sino que la decisión cambiará para siempre las vidas de todos y cada uno de los que aún sobreviven en la nave, Y digo sobrevivir por qué, aprovecho para comentarlo, esta trilogía no esta exenta de muertes terribles, que la autora no tiene remilgos en contar. Violencia, peleas, asesinatos, violación, suicidios, sabotajes a la nave y su material... a estas alturas os aseguro que hemos perdido a más de un personaje querido, y eso añade, desde luego, drama y dimensión a esta historia. Igual que las preguntas y reflexiones que en este libro plantea, sobre todo, el manejo de la verdad y de la información. ¿Se debe dosificar la información al pueblo, desde las posiciones de liderazgo y de dominio, para evitar que cundan el caos o el pánico, o se les debe contar todo, con pelos y señales, aunque la luz de la verdad duela en los ojos, como al esclavo de la caverna? Es una reflexión interesante, y esta historia sigue la línea de las distopías tradicionales como 1984 y Un Mundo Feliz en muchos sentidos: la sociedad aparentemente utópica, pero que ha perdido su libertad en pos de una organización perfecta, las mentiras y secretos por parte de quienes lideran, la manipulación de la historia... todo ello lo vemos, y todo ello tendrá sus consecuencias en el acto final de la trilogía, cuando la Godspeed al fin llegue a Tierra-Centauro, y la mayor pregunta de todas sea... ¿qué tipo de sociedad queremos crear aquí?
Bien, de entrada, en esta última parte tiene lugar aquello para lo que nos veníamos preparando desde hace mucho. Todos los secretos desvelados, las mentiras descubiertas, los sacrificios, y las muertes, nos han conducido hasta aquí, a Tierra-Centauro, el planeta que se supone ha de ser el feliz hogar de toda esta gente, que tanto ha viajado y que por tanto ha pasado para llegar hasta aquí. A estas alturas, hay algunas cosas que para el lector espabilado son evidentes. Una es que, después de que haya costado tanto llegar hasta aquí, esta claro que en este planeta pasa algo raro, sin duda. Sabes que no van a llegar y besar el santo, precisamente. Otra cosa es que, tratándose de una saga juvenil, es previsible un final feliz, a pesar de todo el sufrimiento, y es previsible también que Amy y Elder terminen felizmente juntos. Perfecto. Esto no es malo. No, si para llegar hasta ahí, la autora nos hace pasar por un brillante e inesperado giro argumental, que desde luego, no revelo. Este giro da respuesta a la pregunta de si los colonos están o no solos en Tierra-Centauro, y también da al personaje de Chris (que no es santo de mi devoción precisamente... ) una función mucho más elaborada y mejor que la de ser simplemente, el tercero el discordia que nos haga plantearnos si la relación romántica de Amy y Elder llegará a buen puerto. Es ese giro el que salva el personaje de Chris de ser soso y sin sustancia, y el que le da más profundidad. Junto a él, conocemos a más de los descongelados, entre ellos, los padres de Amy. Su madre, María, la vemos al fin como la mujer dulce y la científica entusiasta que Amy a menudo nos describía, aunque no es que este muy desarrollada. Más profundidad parece tener su padre, el Coronel Robert Martin, un líder fuerte al que Elder odia y admira a la vez, y un hombre con una determinación de hierro, aunque, desafortunadamente, una mentalidad no muy flexible. Su figura al menos, queda mejor definida, al estar vista desde los extremos opuestos de Elder, que no le tiene en mucha estima, y de Amy, que por supuesto, adora a su padre, aún con todos sus defectos. Y el final... bueno, el final, que tampoco revelo, llegará a costa de la decisión más difícil, del sacrificio más grande, que Amy y Elder deberán tomar, cada uno por su parte, para convertirse en las personas fuertes, sensatas y maduras que llegan a ser al final. Y con su amor siempre de por medio, a pesar de los grandes cambios a los que van a tener que hacer frente. La historia se podría continuar, por supuesto, y convertirse en una de esas sagas interminables... pero creo que esta muy bien donde esta. El resto, como diría Hamlet, es silencio.
En fin, que estamos ante una buena trilogía de ciencia-ficción, aunque no sea la mejor ni la definitiva, y la obra primera de una autora novel que, si bien se nota que aún tiene que pulir y desarrollar mucho su estilo, no se maneja nada mal en el género. Sabe lo que se hace, y nos ha brindado una historia que, si bien tiene un tono general evidentemente juvenil (que recalco: eso no es malo en ningún caso) no esta exenta de tener toda la complejidad y calidad que me gusta ver en una historia de estas características. Nota para Hollywood: aquí hay filón para buenas pelis, de las que hacen taquilla y lo petan con los chavales jóvenes, y con los que ya vamos siendo no tan jóvenes, al menos no de cuerpo, porque mi espíritu se niega rotundamente a envejecer. Quizá por eso, dentro de mí, un alma de niña sigue viendo dibujos animados encantada, y otra alma de quinceañera disfruta con estas historias juveniles. Y sí, ambas completan a la mujer adulta que soy, y sin ellas, no me reconozco, que queréis que os diga. En fin, cerramos con el hermoso tema de los Beatles que da título a esta trilogía, que desde luego, os recomiendo leer si os apetece. ¡¡Nos vemos pronto, gente!!