Posibles escenarios de futuro en Argentina
Tratando de entender lo que ocurre, conversé con varios amigos argentinos a quienes consulté al respecto. Hablé con periodistas, dirigentes sindicales, pequeños empresarios, académicos, militantes peronistas y de izquierda y funcionarios de Estado. A continuación, expongo en forma resumida algunas de las ideas que me expusieron y que espero contribuyan a pensar lo que pudiera acontecer en el futuro inmediato.
En la condición actual, Milei pretende desesperadamente mostrar fortaleza y ocultar su debilidad política e institucional en un momento en que está midiendo fuerzas en el Parlamento y en la justicia. Entre las alrededor de mil leyes que se ha propuesto eliminar o modificar va a lograr que algunas sean aprobadas, pero en su mayoría deberían ser rechazadas. El escenario del futuro ha quedado marcado por el reciente paro y movilización nacional que señaló un antes y un después de este gobierno.
A partir de ahora comenzará un período de fuerte confrontación, no necesariamente violenta, porque no hay fuerzas para sostenerla. El gobierno pretende sacar a dos mil efectivos a las calles a reprimir, pero no hay una opinión unificada en las Fuerzas Armadas sobre la actitud a asumir. En cualquier caso, el clima social se va a complicar en los próximos meses con un alto nivel de conflictividad. La inflación de diciembre fue de 25% y se espera alrededor del 20% para el mes que está finalizando. Milei está haciendo todos los esfuerzos posibles para detener la inflación, porque sabe que su capacidad de controlarla, o no, determinará su futuro.
Una pregunta importante es saber quién en la oposición capitalizará esta crisis después que Cristina Kirchner desapareció del mapa político. Las figuras más destacadas son Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, el dirigente social y político Juan Grabois y el dirigente sindical Pablo Moyano, quien conduce el poderoso sindicato de los conductores de camiones.
Es sabido que la prolongación de la crisis radicalizará a los sectores más avanzados de la sociedad en una situación de pronóstico reservado, porque la historia argentina está llena de movilizaciones violentas que han derrocado presidentes. Así mismo, la crisis podría permitir la reorganización y reagrupación del peronismo, ahora bajo nuevos liderazgos como el de los tres personajes antes mencionados.
Existen cuatro hipótesis de lo que pudiera ocurrir en Argentina en el futuro cercano:
1) La primera es la menos probable, aunque podría ocurrir si algún líder de la derecha tradicional aliada de Milei —como Mauricio Macri o el exdirigente peronista Miguel Ángel Pichetto— consigue penetrar el círculo más cercano del Presidente o lo convenza de la necesidad de dialogar. Este escenario es probable porque los aliados han tomado nota de la actuación «suicida» de Milei y pretenden salvar alguna parte de la legislación propuesta, en particular lo relacionado con la estabilidad fiscal, para dejar todo lo demás al manejo de los parlamentarios.
Así, podrían «salvar» al Presidente de una probable votación abrumadoramente contraria en el Congreso. Vale decir que uno de sus más importantes aliados —el partido Radical— está en contra de las privatizaciones de las empresas públicas. Algunos sectores incluso ya han comenzado a abandonar al Presidente, mostrando que el bloque de poder no es compacto.
Parece poco probable porque a estas alturas Milei persiste en un discurso de extrema dureza que juega al todo o nada, aunque las encuestas muestran que su base social se está reduciendo.
2) La segunda es que, una vez demostrada la masividad y fuerza del paro nacional del 24 de enero —en el que participaron alrededor de 1.5 millones de ciudadanos en todo el país, convirtiéndolo en uno de los más grandes de la historia—, sectores indecisos, muchos de los cuales votaron por Milei y hoy están arrepentidos, se incorporen al gran contingente opositor que crece día a día.
Se prevé que a finales de febrero —fecha en la que se realizarán negociaciones paritarias entre empresarios y trabajadores— se produzca una segunda devaluación, que termine de reunir un gigantesco frente opositor conducente a la renuncia de Milei. En marzo comienza el curso escolar y las familias se verán abocadas a las compras necesarias para ello, recibiendo el impacto de los aumentos de precios.
Presintiendo esta situación, el expresidente Macri ya conversó con la vicepresidenta Victoria Villarruel para que esté preparada para asumir la presidencia. En caso de producirse esta hipótesis, en los hechos se estaría dando un golpe de Estado disfrazado, que en la práctica conduciría a una situación incluso peor, porque Villarruel se encuentra a la derecha de Milei, lo que, siendo difícil de comprender, es una realidad en la Argentina de hoy.
En términos estratégicos, esto significaría la aceleración de los tiempos políticos de cara a una confrontación violenta al instalarse un gobierno ilegítimo que no tiene ninguna posibilidad de ser aceptado.
Lo único que podría evitar una radicalización del conflicto es que, con la ayuda del FMI, la propuesta de Milei se logre consolidar en el corto plazo, pueda detener la inflación y ganar credibilidad. Hacia allá apuntan todos sus esfuerzos. El FMI ya le concedió 4.7 mil millones de dólares, pero es un dinero que ni siquiera va a entrar en las arcas nacionales, toda vez que se tendrá que utilizar para pagar deudas.
Esta es la razón por la que Milei viajó a Davos en búsqueda de apoyo, pero su discurso, aunque bien recibido en el mundo empresarial, fue rechazado en forma abrumadora por los entes gubernamentales.
3) La tercera opción es que ante la cerrazón de Milei, se produzca una acelerada desmejora de su imagen y pérdida de su apoyo popular, lo que conduciría a que los bloques parlamentarios acuerden una medida legislativa radical que fuerce la renuncia de Milei y Villarruel. Dicha renuncia convocaría a una Asamblea Legislativa que designe a un presidente interino, mientras, en un breve plazo, se convocan a nuevas elecciones. Esta es una figura constitucional que se puso en práctica en 2001.
4) La cuarta opción, aunque muy improbable, no deja de ser un escenario existente en la compleja situación del país. Ante la crisis profunda en que se encuentra sumida Argentina —y considerando la dinámica que está inyectando el Presidente al contexto político y económico, que ha impedido consolidar un bloque de poder real—, algunos partidos de la alianza lo comiencen a abandonar. En ese caso, Milei podría intentar «caer de pie» diciendo que había procurado un cambio y no lo había logrado, por lo que podría intentar una salida a lo Fujimori en Perú en 1992, disolviendo el Congreso y asumiendo todos los poderes del Estado.
En esta situación, un actor imposible de obviar es Estados Unidos. Washington está haciendo su mayor esfuerzo en el control de las Fuerzas Armadas y de seguridad. Milei, en una decisión que le fue impuesta, pasó a retiro a 23 generales del Ejército. En Argentina existe la práctica de que al nombrar al jefe de uno de los tipos de Fuerza Armada, todos los que están por arriba de él en antigüedad deben pasar a retiro. Milei hizo nuevos nombramientos sin saber lo que habría de ocurrir porque nadie se lo explicó. Aquí se puso en evidencia su ignorancia e impericia en el manejo de los asuntos de Estado.
Otra práctica es que los tres tipos de Fuerza Armada (Ejército, Marina y Aviación) se rotan la jefatura del Estado Mayor de la Fuerza Armada. Ahora le correspondía a la Marina, pero Milei nombró a un general de la Aviación, alterando el orden acordado y aceptado.
Todo esto ha ocurrido porque la Embajada de Estados Unidos ha manejado los hilos para que ello suceda. Saben que Milei puede ser transitorio y se aferran al poder más permanente de las Fuerzas Armadas.
El nombramiento de un general de la Aviación obedece a que es la fuerza más cercana a Estados Unidos y muy pronto se debe negociar la adquisición de aviones caza que Washington pretende vender, aunque hay sectores que están más cercanos a aceptar una oferta de Dinamarca.
Las Fuerzas Armadas están divididas en el apoyo a Milei. Hay grupos corporativos, sectas y familias, todas unidas en torno a la corrupción, que aporta grandes recursos destinados a la adquisición de armamento. Sobre esta lógica está actuando la Embajada de Estados Unidos.
En el plano político, la Embajada se mantiene en el entorno del gobierno, aunque de manera oficial no ha tenido injerencia ni en el armado ni en las designaciones de funcionarios. Ello obedece a la lejanía de Milei de Biden y su cercanía a Trump. Por otro lado, ni siquiera Estados Unidos ha logrado penetrar en el círculo más cercano de Milei, que es muy cerrado, muy proestadounidense, pero muy cercano a Trump y, sobre todo, a su exasesor Steve Bannon, por lo que la Casa Blanca recela de él y se «asusta» frente a lo que pudiera ocurrir.
Sin embargo, curiosamente, Trump ha mantenido distancia de Milei. Le causó mucha molestia que durante su visita a Estados Unidos —en una reunión conseguida por el lobi sionista— se haya reunido y fotografiado con el expresidente Bill Clinton. En este contexto, y más allá de la retórica, la administración Biden, temerosa de verse involucrada en el fuerte desgaste político de Milei, ha optado por darle su apoyo a través del FMI.
En otro plano, es de esperar que las relaciones con China «queden congeladas», es decir, no se van a romper, pero no van a avanzar tampoco. Después de haber recibido a la representante de Taiwán en un acto imprudente, propio de su ignorancia, la canciller Mondino se vio obligada a recibir al embajador de China, dar explicaciones y reiterar el apoyo de Argentina a la política de «una sola China». Esto ocurrió por la presión de los empresarios que reaccionaron con verdadera «histeria» frente a lo que llamaron una torpeza mayúscula del gobierno.
Han tomado nota de que las compras chinas de soya a Brasil han aumentado en detrimento de Argentina. Lo mismo ha ocurrido con la carne en relación con Uruguay. Los empresarios temen que se cierre el mercado chino para ellos y están ejerciendo fuerte presión para que las anunciadas medidas de Milei contra Beijing no sean implementadas, en favor del «bien nacional», es decir, del bien propio.
Sergio Rodríguez Gelfenstein
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