Hubo una década en que la música era algo más que una sucesión de notas. Era una actitud, un peinado, una vestimenta, una comunión.
Era la comunicación a través del baile, la seducción de los movimientos y el despertar de las miradas lánguidas, sin futuro pero con toda la vida por delante.
Algo tan lejos de la realidad actual que es dificil transmitirlo a la gente más jóven incapáz, la mayoría, de despegarse del hip hop, Melendi o el Arrebato.
Fuimos tan felices....que continuamos siendo jóvenes para toda la eternidad...