Tristana escribía las suyas deprisa y corriendo, sin poner en ellas más que frases de cortés amistad. Por una de esas inspiraciones que llevan al ánimo su conocimiento profundo y certero de las cosas, la inválida creía firmemente, como se cree en la luz del sol, que no vería más a Horacio. Y así era, así fue... Una mañana de Noviembre entró D. Lope con cara grave en el cuarto de la joven, y sin expresar alegría ni pena, como quien dice la cosa más natural del mundo, le soltó la noticia con este frío laconismo:«¿No sabes?... Nuestro D. Horacio se casa».
"Tristana" de Benito Pérez Galdós