No es una tristeza que estanca y roba la sangre, las fuerzas y la energía, sino una que guarda la calma e incita a buscar soluciones y que se deja apuñalar por el placer de los pequeños detalles.Es una tristeza que no es vanidosa, que comprende que no es eterna y que no opone ninguna resistencia a lo que intenta hacer que se esfume. Es casi simpática, reflexiva, y se sabe mantener al margen cuando aparecen motivos para una sonrisa.
Texto: Carmen Medina Sarmiento