Liverpool 2-1 Everton
El Everton fue un dignísimo rival ante un Liverpool que pecó de falta de fútbol durante buena parte del partido. La solidez toffee les puso por delante e hizo rozar la gloria al Everton, hasta que un fallo de Distin permitió el empate y el cambio de rumbo del partido. Un Carroll fallón pero ávido de gol acabó dándole el pase a la final al Liverpool. 2-1 en Wembley.
La mitología de Liverpool unida en una semifinal y expresada en un día importante para esta ciudad. Mañana domingo se conmemora el 23 aniversario de la tragedia de Hillsborough y el destino ha querido unir a los dos clubes scousers en una fiesta futbolística típica de Inglaterra, la FA Cup. Y todo ello en el mejor marco posible, el mítico Wembley. El friendly derby se trasladaba en este ocasión a Londres pero no perdía ni un ápice de emoción, intensidad ni fair play en estado puro.
Los reds empezaron con buenas intenciones, buscando al mejor Carroll potencial, jugando de espaldas y controlando el balón como hacen pocos en el actual fútbol británico. Sin embargo, la solidez de este Everton le permitió afrontar con tranquilidad los primeros minutos y no pasar demasiados apuros ante el empuje histórico del rival. Poco a poco, Cahill, Osman y Fellaini se fueron haciendo con el control del balón y el dominio adquiría tonos azules. Eso sí, los pilares ofensivos del Pool dejaban claro que harían acto de presencia cuando fuera preciso; Gerrard mostraba la chispa adecuada y sobrantes ganas y Suárez pretendía asentar su calidad individual en beneficio de un equipo con la mejor de las actitudes.
El primero que presentó su candidatura a hombre del partido fue Nikica Jelavic. Y lo hizo antes y después de la jugada que definiría la primera parte. Un balón absurdo en la frontal, una falta total de entendimiento entre Carragher y Agger y un mal despeje del primero. La pillería de Jelavic vendría después para posibilitar el gol del Everton. El croata estaba siendo un dolor de cabeza continuo para la defensa del Liverpool; sus movimientos sin balón, sus desmarques profundos y su facilidad para conseguir faltas dejaban en evidencia la falta de cabeza y cintura de la zaga red. Y además, marcaba.
La historia obligaba al Liverpool a responder, pero su atormentado presente le dejó hacer únicamente lo que pudo y no lo que debería. Con una falta notable de precisión y determinación en el juego, los reds intentaron tomar las riendas del partido, pero el Everton tenía las ideas mucho más claras y actuaba más correctamente con la responsabilidad del balón. La pesadilla croata seguía incomodando a la defensa del Pool y el juego ofensivo de los reds se comenzaba a trabar, a falta de alternativas nítidas de profundidad. El Liverpool carecía de capacidad para dañar al Everton y esta es una frase muy dura para los aficionados reds. La escasez de colectividad, la confusión de ideas y la lentitud de la circulación eran los males exactos que el Everton había convertido en cualidades propias. Llegaba el descanso con la mayor de las esperanzas para los toffees.
La mitología de Anfield y el You´ll never walk alone marcaban el inicio de la segunda parte, en la que el corazón del Liverpool buscó incisivamente el empate durante los primeros minutos. Carroll falló un cabezazo claro en lo que suponía un aviso médico para el Everton. Tensión baja en el comienzo del segundo período. Hasta el momento no importaba. Lo de los reds pareció un amago más propio de la frustración que de sus posibilidades reales. El centro del campo estaba siendo completamente de Fellaini. El belga controlaba los movimientos de su equipo, ocultaba lo que quería, mostraba lo inalcanzable, defendía los espacios y distribuía el juego de un modo soberano. Un gran centrocampista en el sentido más amplio de la acepción.
Wembley iba a asistir al segundo regalo del día. El siempre cuestionable Distin regalaba un uno contra uno a Luis Suárez, que no iba a perdonar. El partido cambiaba de rumbo. El Everton iba a perder parte de su competitividad a partir del empate; su capa de solidez no era tan dura como se antojaba, aunque seguía dando una sensación de más empaque que el Liverpool. Pero los reds se mostraban más vitales, veían el objetivo más cerca y eso les daba esperanza.
Los toffees parecieron perder determinación en el centro del campo, a la vez que el Pool mostraba su cara más ambiciosa. Maxi y Bellamy entrarían al campo buscando Dalglish la experiencia en este tipo de partidos y la rapidez por banda. El Everton parecía adormecido e incluso hecho a la idea de una posible prórroga, sabedor además de la falta de consistencia de la zaga del Liverpool y del período de esplendor de Jelavic. Pero los reds asestarían el golpe definitivo.
No daría tiempo para más. Andy había matado el partido. Al Everton le faltaron revoluciones durante toda la segunda parte. Mostró una gran capacidad como equipo y estructura pero el error de Distin le condenó anímicamente; como si le recordara el habitual complejo de inferioridad que le recuerdan sus vecinos constantemente por la calle. A partir de ahí, el Liverpool buscó la victoria, y sólo entonces la encontró. Decidieron los detalles en un partido definido por la dignidad y solidez del Everton y la grandeza final del Liverpool, incluso cuando no ofrece su mejor fútbol. 2-1 para los reds (a pesar de Jelavic) y el pase a la final de la FA Cup el próximo 5 de mayo.
FICHA TÉCNICALIVERPOOL: Jones, Carragher, Johnson, Skrtel, Agger, Downing, Henderson, Spearing, Gerrard, Suarez y Carroll Vorn, Rangel, Caulker, Williams, Taylor, Sinclair (McEachran 72´), Britton, Allen, Sigurdsson, Routledge (Lita 71´), Graham (Moore 71´)Banquillo:Gulacsi, José Enrique, Kelly, Shelvey y Kuyt.EVERTON: Howard, Heitinga, Neville, Distin, Baines, Gibson, Osman, Gueye, Cahill, Fellaini y JelavicBanquillo: Hahnemann, Jagielka, Hibbert, McFadden, StracqualursiÁRBITRO: El colegiado Howard Webb amonestó a Suárez (36´) y Henderson (73´) por el Liverpool y a Jelavic (59´) y Coleman (79´) por el EvertonGoles: 0-1 Jelavic (24´), 1-1 Suárez (62´), 2-1 Carroll (86´)
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