Trolls. Cañonazos de purpurina.

Publicado el 27 octubre 2016 por Criticasen8mm @Criticasen8mm
Título original:
Trolls
Año:
2016
Fecha de estreno:
28 de Octubre de 2016 
Duración:
92 min
País:
Estados Unidos
Director:
Mike Mitchell, Walt Dohrn
Reparto:
Animación, Anna Kendrick, Justin Timberlake, Zooey Deschanel, Christopher Mintz-Plasse, James Corden, Russell Brand, John Cleese
Distribuidora:
Fox
La concepción de que las películas de animación van dirigidas exclusivamente al sector infantil ya ha quedado más que desfasada, lo cual no impide que la mayoría de las mismas busquen alcanzar una satisfacción en los espectadores. De no romperles el corazón después de habérselo ganado. A excepción de las puñaladas emocionales a las que nos tiene acostumbrados Pixar en ciertas secuencias, como en Up o en Inside Out, y de otro tipo de animación más madura alejada de los grandes estudios, este cine sigue persiguiendo una felicidad incondicional en el público. Lo cual no es nada negativo ya que al mismo tiempo es lo que buena parte de esos espectadores esperan ver, y más si los niños son los que ocupan las butacas. Ya que los padres no suelen quedar contentos cuando un trauma infantil tiende una emboscada en la pantalla. Para aquellos padres y cualquier espectador que no se la quiera jugar con sus emociones en una sala de cine DreamWorks estrena Trolls.

La película de Mike Mitchell y Walt Dohrn está protagonizada por dos especies totalmente opuestas: los trolls y los bergens. Los primeros son la felicidad personificada, sin rastro de amargura en su información genética. Mientras que los segundos con unas criaturas miserables que creen que la única manera de alcanzar la alegría es comiéndose a los trolls. La cinta se estructura alrededor de la animadversión entre ambas especies, con elementos tópicos como la introducción de personajes en cada bando que tienen las características de la especie opuesta, y una trama de cuento de hadas con su baile de gala y la bruja irremediablemente diabólica de por medio. Por lo tanto, se rechaza la innovación en el apartado del guion para apoyarse en arcos narrativos y arquetipos más que conocidos, y que resultan familiares, y hasta entrañables, desde el primer momento para el espectador. La previsibilidad de esa manera no se puede evitar, pero lo que queda son unos entretenidos, que se apoyan en una acertada música para expresar sus sentimientos y las variaciones de los mismos.
La banda sonora es uno de los fuertes de la película, ya que conjuga temas de variadas bandas como Justice, Gorillaz o Simon and Garfunkel, al mismo tiempo que introduce temas originales de Ariana Grande y Justin Timberlake, dando forma a un festival de pop al elaborar mash-ups y versiones de las canciones ajenas. En cuanto a la introducción de la canción estrella de la película, Can’t Stop the Feeling, que lleva meses presente en todos los medios, no pierde tanto efecto de sorpresa como cabría esperar cuando se introduce en la secuencia final de la película. Lo más cuestionable de la película es el tratamiento del personaje de Zooey Deschanel, la sirvienta del rey que -¡sorpresa!- está enamorada de él. La forma en que consigue atraerle definitivamente es un tanto contradictoria en cuanto al mensaje que parece querer alcanzar la película de alcanzar la felicidad siendo uno mismo, ya que la pasan por el filtro Princesa por sorpresa para cambiar su aspecto físico. Por lo que al mismo tiempo que se exalta el potencial interior, se invita a cambiar el aspecto para agradar a los demás. Un mensaje innecesario sobre todo para los niños que irán a verla.


Trolls busca introducirnos la felicidad por los ojos y los oídos durante una entretenida hora y media, en la que las dosis de alegría excesiva se suelen contrastar con la penuria de los bergens. Su conservador planteamiento despoja de sorpresas al planteamiento, pero alcanza su objetivo de alegrar el día con las carismáticas voces de estrellas como Anna Kendrick y el propio Timberlake.
6/10