Veintiocho años después de TRON, dirigida por Steven Lisberger (quien aportó aquí para el guión y producción), llega la secuela TRON, el legado dirigida por Joseph Kosinski y en 3D como no podía ser de otra manera según la onda del momento.
La historia nos ubica en la casa de Kevin Flynn (Jeff Bridges), protagonista de la primera Tron, quien le cuenta a su pequeño hijo de 12 años las aventuras pasadas dejándole para próximos encuentros los nuevos descubrimientos que ha hecho en materia digital; algo que ya adelanta como revolucionario para todas las esferas de la vida. Pero este nuevo magnate del video juego y la computación termina desaparecido y su empresa tomada por manos ajenas que, por supuesto, barren con toda la filosofía montada por su creador. Quince años después, tras un enigmático mensaje y casi diríamos que hasta por accidente, su hijo de ahora 27, el bombonazo de Garrett Hedlund (Ay lo dije en voz alta?) terminará buscando a su padre en un mundo digital que ni imaginaba.
Impactante cambio entre Clu y su creador
Tron es un excelente embrujo visual y entretenido que se nota concebido desde el vamos en 3D. Pese al que le pese, la nueva tecnología acá engrandece el film, le da magnetismo y energía y deja en más de una oportunidad con la boca abierta. Un ejemplo claro de ello es el personaje de Clu, un programa que no envejece y por lo tanto vemos a un Bridges joven en contraposición del avejentado. Lo mismo para la banda de sonido que cuenta con algún que otro recuerdo ochentoso y una estridente musicalización de Daft Punk que por momentos me recordó a H.Zimmer- bueno particularmente a Inception hay que decirlo claro.
Luego desde lo argumental no esperemos nada novedoso a una historia que tiene ingredientes al mejor estilo matrix y Star Wars, si hasta pensé que en un momento alguien diría "Luke I'm your father". No obstante se agradece que aquellos que ya vamos pisando el freno y no nos acordamos mucho la precuela (o sobretodo aquellos que directamente no la vieron) se nos explique lo suficiente para entender a la perfección lo que sucede y porqué; y todo sin sobrecargar la película de extensiones innecesarias o parlamentos agobiantes.
Lo que sí me llamó la atención y aún estoy procesando si es algo a favor o en contra de esta película, es esta estética que tiene por momentos cercana a lo que yo llamo "publicidad Gillette". Es que ya cuando la vean no me digan si no parecen varias de esas escenas inspiradas en la típica propaganda futurista de las razuradoras!. En fin, una nimiedad que no podía dejar pasar.