Mal comienzo si el nuevo vicepresidente de Tussam tiene que recurrir al gobierno central para que le aclare si el recorte del 5% de media en el salario de los funcionarios es aplicable a los empleados de la empreya cuyos designios le han encargado dirigir. Mal vamos, porque aquí no estamos jugando al "tengo una pregunta para usted, señor Presidente" y, tal y como está el patio, se puede malinterpretar como una zancadilla más a una negociación que amenaza con eternizarse mientras se impone por la puerta trasera la cruda realidad: de los ciento treinta eventuales, noventa ya está fuera.
Puede que la alergia que lo ha mantenido estos días alejado de la actividad pública haya conseguido también aislarlo de la actualidad, pero la Vicepresidenta primera del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, lo dejó bien claro al término del último consejo de ministros: los recortes no afectarán a los empleados de las empresas públicas, sólo al personal directivo. Para el resto, habrá que ceñirse a la negociación colectiva, como es lógico y normal. Además de que lo que Tussam necesita es precisamente eso, negociación, que es lo que vienen reclamando con constancia los sindicatos.
A estas alturas de la película, resulta cuanto menos sorprendente que el vicepresidente de Tussam no sepa todavía que sus empleados no son funcionarios, ya quisieran ellos, sino personal laboral. Y no parece de justicia que se pretenda ahora aplicarles la parte más dolorosa del tratamiento cuando no padecen la enfermedad que lo justifica.
Habrá que darle tiempo al nuevo dirigente de la empresa municipal de transportes para que se ubique y domine la situación real de la empresa y el marco legal en el que se mueve.