Finalizado el Festival de Música Antigua de Gijón donde esta formación siempre asombra al respetable (hay vídeos), perdiéndomelo por agenda vacacional fuera de la tierrina, llegaba en su gérmen a este verano carbayón a un espacio que me retrotrajo 40 años cuando en las Fiestas de San Mateo se celebraban conciertos en este Claustro, aunque por entonces se ubicaban mejor sillas y escenario, éste en el ángulo que posibilitaba verlo desde dos laterales, pero que esta vez no ocurrió, limitándome a escuchar y perderme la parte didáctica en cuanto a la explicación del amplio arsenal musical utilizado, no ya aerófonos de todo tipo (flautas, dobles, albogues...) por parte de Alejandro sino una amplia percusión de David (membranófonos varios como el doumbek, panderos, idiófonos en campanas a las que habría que sumar las propias y espontáneas del entorno -cuartos, medias y en punto de las campanas de las Pelayas, la Corte o la Catedral- hasta un cordófono percutido como el salterio), siempre atentos al repertorio medieval de los siglos XIII al XV de ambiente oriental, andalusí, sefardí, italiano y cómo no, el Llibre Vermell de Montserrat, todo música instrumental trovadoresca pero no por ello ausente de espíritu poético profano.
Tras mi reciente visita escurialiense y como escribía al poco de salir del concierto, era como si las Cantigas de Santa María, las de Alfonso X "El Sabio", hubiesen trascendido a la realidad, recreaciones de tiempos pasados que no disfrutamos habitualmente en este Ovetus tan musical.