Eso por no hablar de que los que vivimos en ciudades y no tenemos un pequeño huerto urbano tenemos que acudir a grandes superficies a comprar las típicas bolsas con hierbas que luego probablemente tendremos que tirar sin haberlas usado totalmente porque no necesitábamos todo el contenido de en nuestra receta.
Pues bien, os voy a contar mi truco para obtener rápidamente, en segundos, hojas de tomillo fresco.
En primer lugar si ha llegado a tus manos un manojo de tomillo, lávalo bien y luego escúrrelo y sécalo con ayuda de papel absorbente, intenta quitarle toda el agua posible.
A continuación lo introduces en una bolsa apropiada y al congelador, cuando tengas que utilizarlo simplemente lo sacas de la bolsa, colocas en la mano el manojo y aprietas, ¡ya está!, las hojas congeladas se desprenderán en un segundo y dispondrás de un montón de tomillo fresco (¡y tan fresco!) libre de ramitas y listo para usar en un guiso, asado o en lo que te de la gana.