Flight attendant. What a glamourous and beauty-related job, right? Well, it has both features but other more earthly too. This said, being a flight attendant (one of the best years of my life) I learnt a few beauty tips I want to share with you.
Un@ va por el aeropuerto y ve a las azafatas (y azafatos, claro) de las diferentes compañías y piensa en lo estilosas que van, con esos uniformes -no siempre favorecedores, todo hay que decirlo-, tan bien peinadas y maquilladas... Y se imagina que tendrán muchos trucos de belleza para estar así de guapas a pesar del jet lag. Bueno, pues hay unos cuantos que yo aprendí. Estoy segura de que muchos los conocéis y ponéis en práctica ya, pero no está de más recordarlos. Os vendrán bien para cuando viajeis y también para la vida cotidiana:
-Manos súper suaves con aceite de oliva y sal. Cuando había que recoger las bandejas de comida de los pasajeros teníamos que ponernos guantes de plástico, así que a veces aprovechábamos y nos poníamos antes una mezcla de aceite de oliva y sal que frotábamos en las manos. De esta manera, exfoliábamos la piel y la nutríamos mucho gracias al efecto que hacían los guantes con el aceite.
-Maquillaje fuera y mucha hidratante en los aviones. El ambiente que hay en la cabina del avión es muy reseco y deshidrata mucho la piel. Por eso, cuando podíamos descansar durante los vuelos transoceánicos (y no era siempre), nos desmaquillábamos y nos poníamos una buena crema hidratante. Era un rollo tener que volver a maquillarse luego, pero la piel lo agradecía mucho.
-Agua a tope y nada de bebidas con gas o chicles. Para evitar retener líquidos durante el vuelo (y en la vida en general) bebíamos mucha agua. A veces le poníamos a las botellas rodajas de limón para que nos resultara más agradable beber tanto -ya hacíamos la famosa fruit infusioned water que tanto se lleva ahora-. Además, para que los gases no hicieran aparición, cosa que en el aire es más probable, nada de bebidas con gas ni chicle.
-En la playa, mascarilla sin aclarar en el pelo. Como ibamos a menudo al Caribe, aprovechábamos las horas que pasábamos al sol para ponernos una mascarilla en el pelo, hacernos un moño y dejarla actuar. Así, con el calor, penetraba más en el pelo y lo nutría a tope.
-Zapatillas y ropa del gym siempre en la maleta. Este truco no lo cumplían todas, pero como yo era muy amiga de los buffet de desayuno tenía que compensar de alguna manera. Siempre llevaba ropa para hacer ejercicio en la maleta y no perdonaba un entrenamiento. Era perfecto también para el jet lag, por cierto.
-Hablando de jet lag, procurábamos adaptarnos al horario de destino en cuanto llegábamos. Si eso implicaba salir a tomar algo para no irnos a la cama a las seis de la tarde, hacíamos el esfuerzo ;) Ahora en serio, era duro llegar a casa de un vuelo de doce o trece horas a las 13:00 y no caer desplomada en la cama, pero era mejor aguantar y despertarse como nueva al día siguiente con la hora en condiciones.
-Desayunos basados en fruta y proteínas. Como ya he dicho antes, yo era muy amiga de los buffet y aprendí esto a fuerza de tener que agrandarme el uniforme -true story-. Las tostadas francesas en Lima estaban de muerte, los muffins en NY nos llamaban a gritos y en Buenos Aires la bollería era de vicio. Pero sabíamos que era mejor tomar fruta, tortilla con verduras, embutidos magros y algo de pan integral para hacer un desayuno equilibrado, y lo cumplíamos. Casi siempre.
-Un labio rojo hace maravillas. Según nuestra uniformidad, podíamos llevar los labios pintados de rojo. Eso era súper bueno cuando el mencionado jet lag nos hacía tener cara de acelga. Y es que no hay nada que un buen rouge no arregle, ¿verdad?
Estoy segura de que hay muchos trucos que se me quedan en el tintero. Si hay alguna azafata o ex-azafata en la sala, me encantaría que se manifestara y nos contara los trucos que ella recuerda.
Para terminar, y como seguro que habéis supuesto que la de la foto de la portada del post no soy yo, os dejo una de propina. Ya sabéis que no soy muy amiga de poner fotos mías aquí, pero un día es un día. Esta soy yo en todo mi esplendor cuando volaba con Air Comet en 2006:
Qué bien lo pasé. Cuántas amistades que sigo conservando a día de hoy. Cuántos destinos conocí y que no conocería si no hubiera sido por este trabajo. Cuántas horas sin dormir. Cuántos kilómetros recorridos pasillo arriba, pasillo abajo. Cuántos vasos de agua servidos. Muchas maletas hechas y deshechas. Y recuerdos que siempre conservaré. A día de hoy, sigo soñando a menudo que sigo volando (y llego tarde a un vuelo, o se me ha olvidado el uniforme, no falla). Porque volar, en todos los sentidos, nos hace llegar lejos.
¿Desean café? ¿Té? ;)