Trucos de cine ¿qué comieron en realidad?

Por Sentir @menjasa1

Hay películas que muestran platos sorprendentes. Muchos de ellos, difíciles de digerir por su extremado exotismo o por el empleo de ingredientes demasiado singulares. Pero las estrellas del cine… ¿han consumido de verdad estos atrevidos platos? o ¿son trucos de cine? Descúbrelo a continuación.

 ¿Chaplin se empachaba de zapatos?

Es uno de los momentos clásicos del cine y una muestra de la genialidad de Charles Chaplin. Lo vimos en La quimera del oro (1925), imprescindible largometraje de la era del cine mudo. Víctima del hambre más acuciante, el personaje de Charlot terminaba por hincarle el diente a uno de sus enormes zapatones. Y lo hacía con su característico sentido del humor, comiéndose los cordones como si fueran sabrosos spaghettis, y chupeteando hasta las tachuelas de las suelas. Tres días y 63 tomas fueron necesarias para que Chaplin quedara satisfecho con el resultado. Eso sí, la búsqueda de la perfección provocó que la estrella sufriera algunos problemas estomacales. ¿De comer zapatos? No, de exceso de regaliz. Toda la bota había sido creada con regaliz por una empresa de dulces inglesa llamada Hillaby.

¿Le gustaron a Indiana Jones los cerebritos de mono?

Indiana Jones y el templo maldito (1984) fue la segunda aventura cinematográfica del audaz arqueólogo. En esta ocasión, el director Steven Spielberg le quiso dar un tono algo más oscuro a la famosa saga. Además de sectas asesinas y niños condenados a la esclavitud, la película mostraba alguna que otra «delicatesen», como esos cerebritos de mono que les servían de postre a los protagonistas al finalizar un festín. Pero ¿de verdad Harrison Ford y Kate Capshaw tuvieron que enfrentarse a tan desagradable plato? No, tranquilos. Bajo ese aspecto desagradable se ocultaba una combinación de flanes y mermelada de frambuesa de lo más dulce.

¿A Hannibal Lecter le van también los cerebros?

Le chiflaban y no especialmente los de monos, sino los cerebros de seres humanos. Además, demostraba saber cocinarlos al punto en una de las escenas más desagradables de la historia del cine. Hablamos de la secuencia cumbre de Hannibal (2001), película dirigida por Ridley Scott a partir de una novela de Thomas Harris, autor también de El silencio de los corderos y creador del caníbal más popular del cine. En un momento del filme, Anthony Hopkins —en su papel de Lecter— con precisión de cirujano levantaba la tapa del cráneo de uno de sus enemigos, interpretado por el pobre Ray Liotta, y le cocinaba un trozo de su propio cerebro. Aparte de buenos efectos especiales, para el rodaje Ridley Scott decidió utilizar cerebros de oveja con el objetivo de hacerlos pasar por el de los humanos. Tanto a Hopkins como a Liotta les encantaron.

¿Antonio de la Torre se aficionó a la carne humana?

Y no dejamos a los caníbales cinematográficos. El director Manuel Martín Cuenca sorprendió favorablemente al público con el estreno de Caníbal (2013), una película basada en la novela de Humberto Arenal. En el filme, Antonio de la Torre interpretaba a un introvertido sastre de Granada, que de vez en cuando asesinaba a alguna mujer para trocearla y saborearla en forma de filete a la plancha en la intimidad de su hogar. El director de la película admitió haber contratado a Antonio para el papel porque, a la hora de hacer el casting, el actor se presentó con un tupperware, se sentó delante de él y, sin decir ni palabra, se puso a comer un solomillo. «Llegó, se sentó y se comió el filete —recordaría Martín Cuenca—. Y ahí, yo vi la película». Eso sí, todo ternera. No hubo que sacrificar a ninguna actriz ni para las pruebas ni durante el rodaje.

¿Se comió un pulpo vivo el protagonista de Old Boy?

Inspirada en la novela gráfica de Nobuaki Minegishi, Old Boy (2003) fue una producción coreana dirigida por Chan-wook Park que despertó numerosas controversias por la cantidad de secuencias impactantes que contenía. En una de ellas, el protagonista de la película, el actor Min-sik Choi, entraba en un restaurante después de un largo secuestro y lo primero que hacía era comerse un pulpo vivo. Así, sin pestañear. ¿En serio se tuvo que comer un pulpo? Uno no, en realidad se comió un total de cuatro octópodos hasta que el director dio por buena la secuencia. Pese a lo desagradable que pueda parecernos, el plato de pulpo vivo, llamado «sannakji», es muy habitual en los restaurantes surcoreanos.

¿Recuerdas tú algún plato especialmente indigesto que tuviera que comerse alguien en una película?