“Las estrellas que brillan con el doble de intensidad duran la mitad de tiempo”, comentaba
Eldon Tyrell al maravilloso Rutger Hauer en “Blade Runner”, y creo que en parte explica algo de lo pasado con la correcta segunda parte de
True Detective.
El año pasado quedamos impactados con ese ritmo pausado, esa gran realización por parte de
Cary Fukunaga y las magistrales interpretaciones de
Woody Harrelson y en especial de Matthew McConaughey como comentamos en su época (
Easy Motherfucker), por lo que el listón y las expectativas para esta segunda temporada eran inalcanzables.
La historia seguía a cargo de
Nick Pizzolato, pero una disputa con
Fukunaga (realizando actualmente una película a seguir con nuestro admirado
Idris Elba) apartó a éste de la dirección total de la trama, lo que se nota algo en los altibajos y homogeneidad de los episodios. Además, el plantel de actores elegidos para la ocasión, a simple vista era inquietante. Ni los
sobrevalorados Colin Farrell (no le perdono mancillar a
Sony Crockett, ni su interpretación del oxigenado surfero Alejandro Magno) y
Vince Vaughn, ni los
insulsos Taylor Kitsch y Rachel Mc Adams me parecían a priori un acierto de casting a la altura de sus predecesores.
Sin embargo, he querido esperar a ver dicha temporada en su totalidad para poder emitir un juicio objetivo, ya que durante la emisión de la misma, la crítica especializada no ha tenido piedad y la ha despedazado sin remisión. Al terminar de ver el muy correcto último episodio puedo aseverar que la serie es un
entretenimiento muy digno, muy por encima de la media que se puede ver en la actualidad, y corrigiendo varios defectos que relataré a continuación, podría haber volado mucho más alto.
a) Duración de los capítulos: la duración de 60 minutos por capítulo (95 minutos el último de ellos), es demasiado y nos lleva a mirar el reloj en varias ocasiones. Creo que quitando 15 minutos por capítulo de escenas en exceso alargadas y diálogos tediosos para lucimiento de
Pizzolato, habrían dado algo más de ritmo y agilidad a la trama. El ultimo capítulo de 90 minutos, tiene 50 de ellos magistrales que habrían bastado para contar todo lo necesario.
b) Trama: como buen admirador del género negro, me encantan las tramas enrevesadas que se dan en esta temática, pero Pizzolato se ha pasado un pelín. Muchos personajes, muchas tramas paralelas que no cuentan con todo nuestro interés y nos distraen en determinados momentos. Lo que
en “LA confidential” era una virtud por lo interesante de los personajes, trama y excepcionales actores, en esta ocasión se vuelve un lastre.
c) Casting: reconozco que tenía muchas suspicacias a priori con los actores elegidos, y a pesar de ello reconozco que
Colin Farrel ha salido airoso del envite y ha resuelto con solvencia el personaje atormentado y alcohólico de
Ray Velcoro (a destacar en el sobresaliente capítulo sexto) y
Rachel Mc Adams cumple también con un personaje que aporta poco a la trama y que no hubiera pasado nada si hubiera quedado en el tintero. Sin embargo creo que el jugoso personaje interpretado por
Vince Vaughn, a pesar de realizar un correcto trabajo, podría haber dado mucho más juego y haber sido mucho más inquietante de la mano de otro actor con más empaque (me acuerdo de un
Idris Elba en “The Wire”, un Forest Whitaker en “The Shield”, un Giancarlo Esposito en “Breaking Bad”...). A pesar de ello el mayor error a mi gusto es el del insulso personaje homosexual atormentado interpretado por el guaperas
Taylor Kistch, que no aporta nada a la trama y habría sido totalmente prescindible.
A pesar de todo la serie aguanta el tipo y se ve con interés, en especial los
sobresalientes capítulos 6 y 8 (el momento en el que Velcoro se sale de la autopista me recordó una escena muy similar de
Robert de Niro en “Heat”), que nos dejan entrever lo que podría haber llegado a volar, pero parafraseando a Rutger Hauer
“todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”.