Trujillo, tierra de conquistadores

Por Mteresatrilla
Aprovechando nuestro viaje al Valle del Jerte dedicamos un día a visitar la monumental ciudad de Trujillo.Tenía a priori una idea equivocada ya que debido a su gran renombre me la imaginaba una ciudad bastante más grande. Pero no es así, su casco histórico es recogido y se puede recorrer perfectamente en una jornada bien aprovechada.En cada calle nos sorprenden hermosos palacios y cada rincón esconde tesoros de una época en que muchos trujillanos regresaban de hacer las américas con las arcas llenas.Aunque Trujillo tiene raíces prerromanas, romanas y musulmanas es en el siglo XVI cuando se embellece con la construcción de la mayoría de los palacios y va acumulando un gran patrimonio.  Muchos exploradores o conquistadores trujillanos partieron hacia un Nuevo Mundo siguiendo los pasos de algunos de los vecinos más ilustres de la ciudad, como son Francisco Pizarro y Francisco de Orellana.

Francisco Pizarro



Francisco Pizarro es considerado el conquistador de Perú, imponiéndose a los incas con ayuda de caciques locales. Francisco de Orellana también colaboró en la conquista del Imperio Inca, fundó la ciudad de Guayaquil en Ecuador y la historia le atribuye el “descubrimiento” del río Amazonas. Trujillo es una ciudad para recorrer a pie y como acostumbran a hacer la mayoría de visitantes, empezamos en la Plaza Mayor.

Plaza Mayor

La monumental estatua de bronce de Francisco Pizarro sobre un gran pedestal de granito, es la que domina toda la plaza. Se trata de una gran plaza porticada donde se hacía el mercado tal como lo recuerdan los distintos azulejos con nombres como: portal del pan, portal de la carne, portal de la verdura...Diferentes imágenes de los pórticos de la Plaza Mayor:


Es de estilo renacentista y fue a partir del siglo XVI con la construcción de palacios y elegantes casas, cuando se fue convirtiendo en el centro de la ciudad. Es en esta gran plaza donde se celebran los principales actos festivos y es también aquí donde se encuentra la oficina de Turismo. Al ser un lugar que no pasa por alto ningún turista, concentra la mayor parte de negocios de restauración.El Palacio que más llama la atención es el de los Marqueses de la Conquista, hecho construir por Hernando Pizarro, hijo del conquistador. En la esquina, destaca un gran balcón con escudo de estilo plateresco y adornado con los bustos de los hermanos Pizarro y sus esposas.A pesar de su gran belleza, muchos de los palacios que rodean la plaza se encuentran en un estado de mantenimiento bastante preocupante.

Palacio de los Marqueses de la Conquista

Tras el monumento a Francisco Pizarro se levanta la Iglesia de San Martín que aunque se comenzó a construir en el siglo XIV no se finalizó hasta la segunda mitad del siglo XIV por lo que se puede ver una mezcla de estilos gótico y renacentista. El reloj y las campanas no comparten la misma torre como suele ser habitual si no que se encuentran separadas. La torre del campanario es sobria y de planta cuadrada mientras que la torre del reloj (también tiene una campana) está decorada con azulejos de Talavera.La puerta principal mira a un lateral de la Plaza mientras que la otra puerta – conocida como Puerta de las Limas – está delante del Palacio de los Duques de San Carlos, otro de los edificios más importantes de la Plaza y de la ciudad.

Torres de la Iglesia de San Martín


Desde la Iglesia de San Martín seguimos por la Calle Ballesteros donde se encuentra el Palacio de los Marqueses de Santa Marta, hoy convertido en un hotel NH. A pocos metros, otro palacio, el de los Chaves-Orellana conocido como la Casa de la Cadena ya que en el dintel de su puerta cuelga una cadena, símbolo del derecho de asilo ya que allí se alojó Felipe II en 1583 tras tomar posesión del reino de Portugal. Destaca la Torre de la Aguja (restos de la antigua fortaleza) rematada con una especie de aguja que le da el nombre.

Torre de la Aguja. Palacio de los Chaves-Orellana


Iglesia de San Martín y Torre de la Aguja


Torre de la Iglesia de San Martín y Torre de la Casa de la Cadena

Tras cruzar la Puerta de Santiago, uno de los puntos clave para la defensa de la ciudad, nos encontramos con la Iglesia del mismo nombre, la más antigua de la ciudad (siglo XIII) y construida sobre una anterior mezquita tras ser reconquistada la villa. Su campanario se sitúa sobre una torre de la muralla.

Iglesia de Santiago

Muy cerca está el convento de las monjas de clausura de las jerónimas y no podemos evitar entrar a comprar los dulces que anuncian en la fachada, tocinillos de cielo y bizcochos que venden a través del torno, hecho que despierta en mi sobrina Maria de 12 años mucha curiosidad.Seguimos hasta la parte más alta de la ciudad donde se encuentra la Fortaleza en el llamado Cerro de la Cabeza del Zorro. Lo mejor, las vistas sobre los tejados de Trujillo y alrededores.

Monasterio de las Jerónimas


Fortaleza (Vistas desde la Torre de Santa María la Mayor)


Vista de Trujillo y la Plaza Mayor


Vista de Trujillo


El siguiente destino es la Casa-Museo de Pizarro, donde nació el padre del conquistador.La casa es medieval y sobre la puerta principal se distingue el escudo de los Pizarro. La familia era ya noble cuando llegó a Trujillo procedente de Asturias junto con otras familias cristianas que se desplazaron a esa zona a reconquistar Trujillo que estaba bajo dominio musulmán.Actualmente pertenece al Ayuntamiento que ha convertido la casa en un homenaje al conquistador. En la parte baja justo a la entrada, se expone un interesante mural con los productos que se intercambiaron entre América y Europa, la mayoría productos agrícolas desconocidos hasta entonces. El interior nos muestra cómo era la casa de un hidalgo extremeño en la época de la Conquista. La segunda planta es una exposición con abundante material y documentación acerca de la Conquista de Perú, maquetas y piezas de la cultura inca.

Casa- Museo de Pizarro


Foto de familia en la Casa-Museo de Pizarro

Otra de las visitas muy recomendables es la Iglesia de Santa María la Mayor, la más importante de la ciudad, con un magnífico retablo y lápidas de las familias trujillanas más influyentes, como los mismos Pizarro y Orellana. Como era habitual, el templo cristiano se construyó también sobre una anterior mezquita y aunque sus inicios son románicos las modificaciones más notorias fueron en el siglo XVI. En esta iglesia se celebraron solemnes funerales por Juan II de Aragón, padre del Rey Católico, mientras se encontraban en Trujillo los Reyes para terminar con el asedio del castillo y la guerra civil con la Beltraneja.

Tanto los folletos turísticos como los guías explican la curiosidad de que durante una restauración, el cantero puso el escudo del Atlético de Bilbao cerca de la cornisa. Supongo que será cierto pero ninguno de nosotros lo llegó a ver después de entretenernos un buen rato buscando. Desde la torre del campanario hay unas inmejorables vistas de 360º del pueblo y alrededores.

Iglesia de Santa María la Mayor


Retablo de Santa María la Mayor

Desde el campanario de Santa María la Mayor

Muy cerca de Santa María la Mayor están las ruinas del Convento de San Francisco el Real. Era un convento femenino que quedó abandonado tras la desamortización. Parte del edificio fue restaurado por una fundación y se pueden ver los restos de la antigua iglesia y claustro.

Ruinas del convento de San Francisco el Real


Palacios y más palacios que nos vamos encontrando a lo largo de nuestro paseo hasta llegar al espléndido Palacio Orellana-Pizarro construido sobre un edificio militar que se adaptó al estilo renacentista. Las dos torres se unen por una galería donde se observan los escudos de las familias Orellana y Pizarro. Este edificio tiene una larga historia ya que fue Casa de Contratación donde debían registrarse todos aquellos que querían ir a la aventura de la Conquista de Perú. Aquí también se alojó Cervantes de camino a Guadalupe. Actualmente pertenece a las monjas del Sagrado Corazón.

Palacio Orellana - Pizarro

Saliendo del Palacio Orellana-Pizarro, hacia la izquierda, por un medio arco se entra en el "Cañón de la Cárcel", llamado así porqué es una especie de túnel estrecho cubierto en su último tramo y con una hornacina donde había una imagen de la Virgen y todas las noches ardían las lámparas de aceite ya que era la entrada al Concejo. Y llamado "de la Cárcel" porqué a este callejón da la puerta de la cárcel pública, una dependencia del mismo Concejo que estuvo en ese lugar hasta el siglo pasado. Pasado el Callejón de la Cárcel salimos de nuevo a la Plaza Mayor. Para comer hay mucha oferta. Nos recomendaron el restaurante La Troya que se encuentra bajo los arcos de la Plaza Mayor y posiblemente sea el más conocido de la ciudad. Se sirve comida tradicional extremeña con la caldereta de cordero como especialidad. El restaurante es enorme, con una decoración muy típica y comida abundante.

Interior del Restaurante La Troya

Y para acabar dos recomendaciones: Si el día es agradable, sentarse un buen rato en las escaleras de la Plaza Mayor para disfrutar tranquilamente del lugar y no despedirse de Trujillo sin comprar productos gastronómicos como los quesos de oveja, embutidos ibéricos o el conocido pimentón de la Vera. Hay varios establecimientos donde se pueden degustar.