No pierdo la esperanza de que la próxima vez que haya elecciones en España The New York Times, Washington Post, USA Today, la Hoja del Lunes de Oregón y El Adelantado de Alabama les dediquen al menos el mismo espacio y, por supuesto, no olviden preguntar al vendedor de perros calientes de la 32 con la 40 qué opina de que Rajoy haya vuelto a ganar y de que Pedro Sánchez haya vuelto a perder.
Que no se entienda lo que digo como una crítica ni como un reproche: no estoy dando a entender que la inmensa mayoría de los medios de este país se haya pasado varios pueblos y estados con la cobertura de las elecciones en la primera potencia mundial y tal y tal. Creo que era su deber y su obligación: como señalan todas las encuestas y los estudios sociológicos más solventes, la política norteamericana es la primera preocupación de los españoles muy por delante del paro, la sanidad, los servicios sociales, los políticos y la corrupción. Conocer la marca de laca de Trump, cómo elige sus corbatas, cuál es su peluquero de cabecera o las andanzas y milagros de la nueva primera dama es de una incuestionable trascendencia histórica para el futuro de la Humanidad.
En realidad creo que muchos de estos medios podían haber hecho un mayor esfuerzo y haber publicado incluso una edición especial a todo color poco después de que se conocieran los resultados y acompañarla de un bono de descuento para una Big Mac y una Coca – Cola. La única pega es que las exquisiteces periodísticas – y ésta no hay duda que lo es y de las más sublimes que yo recuerdo – también terminan ahitando incluso a los paladares más entrenados. De ahí que, al menos por lo que a mi respecta, esté empezando ya a sentir una intensa añoranza por la dieta de chochos y pejines.