El presidente de Francia, Enmanuel Macron, a su arribo a Buenos Aires para la cumbre del G-20 advirtió que la posible alianza entre el Mercosur y la Unión Europea está suspendida y no escondió el motivo: la “nueva realidad política de Brasil” va a estar en manos de alguien que a Francia le “suscita preocupaciones fuertes”.
Parece que no solo París piensa de ese modo. No pocos temen que las restantes asociaciones integracionistas o unificadoras de la región se demeriten o perezcan. Las fuerzas concitadas en Latinoamérica hoy así lo sugieren.
Tanto el alto funcionario norteamericano, como quien estará al frente del mayor país de Suramérica y es la séptima economía planetaria, usaron Twitter para comunicar breves impresiones sobre este primer cara cara sostenido en Río de Janeiro. Deben haberse puesto de acuerdo para no dar declaraciones a la prensa, pero casi no hacía falta, porque las campanas sonaron con anticipación.
“Compartimos muchos intereses bilaterales y trabajaremos estrechamente para expandir la libertad y la prosperidad por todo el continente americano”, alegó Bolton días antes, tras dialogar con el hijo de presidente electo, enviado por este a Washington para anunciarle a la Casa Blanca los grandes giros que se propone en asuntos externos.
A tono con las prácticas de la administración estadunidense actual, no fue necesario el lenguaje diplomático ni el respeto hacia los demás. Por eso, el senador Eduardo Bolsonaro, tras sus contactos con el Departamento de Estado, el Departamento del Tesoro y el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, muy desenvuelto, dijo haber trasladado el interés de su padre en firmar acuerdos para aumentar la persecución financiera contra La Habana y Caracas. Lo consignó el diario O Globo, dando elementos de un plan, al parecer fraguado desde antes y ahora con mayor factibilidad gracias al apoyo en el gigante sudamericano.
Hace años, fue promovida por la ONU la Convención de Palermo, como instrumento para concordar acciones en el combate al crimen organizado. Estos personajes pretenden sacar de sus marcos originales ese acuerdo y configurarlo como factor agresivo contra otros países.
Según el propio Bolsonaro Junior, el juez Sergio Moro, acosador de Lula, figura subyacente también en la destitución de Dilma, tendrá, con su próximo carácter como ministro de Justicia, mayores atribuciones para poner en práctica las exitosas experiencias en la judicialización de la política, usadas para deshacerse de figuras populares. Esa destreza pretenden dirigirla hacia naciones que nada les hicieron ni a nadie amenazan pero cuya rebelde autonomía les da urticaria.
La Convención de Palermo fue suscrita para unir fuerzas afines de muchos países en las pesquisas y persecución penal de delitos como el narcotráfico, el comercio de indocumentados, el lavado de dinero, la explotación sexual infantil, el tráfico de órganos o el terrorismo; entre diversos delitos de alcance y desempeño transnacional. Darle otro destino a ese acuerdo lo desnaturaliza y, al mismo tiempo, pervierte la soberanía de los Estados y cuánto el derecho internacional y la decencia esenciales, establecen.
“Si no es posible, (usar Palermo) estamos aquí (en EE. UU.) trabajando para que haya un tratado internacional en ese sentido (acusar a La Habana o Caracas de cualquier felonía)” “(…) nuestra idea es ese tipo de congelamiento; en fin, pretendemos congelar todo lo que haga a la gente pasar hambre”, dijo el hijísimo de su papá, proponiendo incluso, vincular a las dos naciones en el proceso Lava Jato.
“Estudiamos alianzas con Estados Unidos para investigar delitos financieros de las dictaduras venezolana y cubana, usando los instrumentos de la Convención de Palermo”, especificó, aludiendo al exjuez Sergio Moro, como encargado de encontrar los medios ya que “es un especialista en lavado de dinero y lucha contra el crimen organizado”.
Mientras, e inventando motivos justificantes para emprender agresiones, dieron inicio a una repugnante propaganda sobre el hipotético empleo de torturas contra opositores presos en Venezuela, acciones ejecutadas “bajo supervisión de agentes cubanos”.
El delirio patrañero se extiende a extremos como promover con falacias parecidas una acción militar contra Caracas, algo rechazado hasta por Enrique Capriles, adversario notorio, pero, parece, con suficiente cordura como para repeler esa barbaridad, uno de los erráticos sueños de Almagro.
Otro asunto anticipado casi a gritos antes de la escala de Bolton rumbo a la Argentina, tiene que ver también con los vínculos exteriores y se refiere a China, principal socio comercial de Brasil. Está pendiente qué ocurrirá en la cita entre Xi Xing Ping y Donald Trump durante el G-20, pues el mandatario norteamericano ya tiene previstos más aranceles a los productos del país asiático, tentado por los millones que dice “gana” EE. UU. por esa vía. A Bolsonaro, sin embargo, no le será muy cómodo deshacerse del país con el cual tiene una extraordinaria deuda y de quien, además, en buena medida depende para reencumbrar la economía carioca a corto plazo.
“El presidente Trump fue el primer líder extranjero en llamar al presidente electo”, tuiteó Bolton antes de su viaje, resaltando afinidad entre ambos. Por el mismo canal, Bolsonario dio cuenta de la “muy productiva y grata reunión con el Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos”.
Si de extremistas se trata, siempre será muy arduo apartar la paja del trigo, pero asoman, seguro, asuntos grotescos y momentos aciagos a partir de este y otros desquiciados maridajes. Los primeros asomaron ya su fea nariz.
Cubahora