Carrer Cullera 67
46035 Valencia Habitación: 417Fecha de entrada: 13/06/2019
Tarifa: 63€ (SA)
Justo al lado de la Feria de Muestras, a donde se puede llegar a pie, no lejos del aeropuerto y bastante lejos del centro de la ciudad, en una pequeña barriada popular de casitas bajas y calles empinadas la cadena Tryp se ha hecho, tras su remodelación, con este hotel que llevaba unos años cerrado. La fachada, de cuatro alturas sobre una generosa planta baja, aparece reconstruida con un revestimiento gris y rota con ventanas cuadradas que se introducen hacia el interior. El resto de la manzana la ocupa un club nocturno, enorme, pero cerrado y un Mercadona. Justo al lado hay una zona de parking del hotel y un parque que le da más luz y amplitud al edificio.
En el chaflán se ha situado la entrada. Sobre ella, toda la pared hasta la cubierta es de cristal. Tres puertas de cristal, de apertura manual. Una de ellas tras una larga rampa. Las otras dos, tras tres escalones. Dentro las paredes interiores forradas en madera brillante, las exteriores, todas de cristal llenando de luz el espacio. A la derecha hay un conjunto de sofás y tresillos en rojo y azul tomados por un generoso grupo de orientales. Una columna central vestida en azul turquesa con algunos dibujitos de peces, estrellas de mar... A la izquierda varios displays con información sobre el hotel, el destino.... Y de frente el mostrador de recepción, en madera, robusto. Tras él dos puestos de trabajo y al fondo en la pared un reloj de agujas y un par de puertas que comunican con un despacho que apenas se llega a ver. La sensación es algo impersonal y fría quizá provocada por los gritos que el responsable del grupo oriental está dando para avisar a la gente de -supongo- su plan para esa tarde noche.Sobre el mostrador hay un par de pantallas con información del hotel, algunos folletos, alguna llave de tarjeta y un florero con un curioso adorno floral. Nos atiende un simpático joven que nos entrega rápidamente la llave de la habitación y nos indica todos los horarios y servicios del hotel, proponiéndonos también que nos quedemos a desayunar en el hotel, pero debemos salir temprano. Hacia la derecha, tras media docena de escaleras accedemos a la zona de las escaleras, abiertas sobre un patio hexagonal, en hormigón y barras pasamanos en metal rojizo de aire algo ochentero. Al fondo está el restaurante y la cafetería, ahora apagado, pero antes de llegar encontramos los ascensores. Dos. Antiguos pero remozados. Recubiertos con una pared de espejo, otra con un cartel sobre el programa de fidelización de la cadena y otra con un cartel azul con el pronóstico del tiempo y los horarios de los servicios del hotel.
Cuando se abren las puertas en nuestro piso, por el patio de la escalera sube un fuerte olor a comida. Desde ese rellano se abren dos pasillos con las habitaciones. El nuestro, hacia la izquierda, acumula en muy poco espacio unas cuantas puertas. Todas ellas en madera clara, con pomo metálico y un cartel en plástico blanco y azul, pegado a la puerta con el número de la habitación. En el nuestro (y en la puerta de al lado) además del número incluye la inscripción "Habitación Premium".
Tras la puerta, el suelo de granito y moqueta de los pasillos torna a madera en tono algo rojiza limpia y bien cuidada. Paredes pintadas en blanco algo amarillento. A la izquierda unos cuantos interruptores y la ranura para la tarjeta que activa la luz de la habitación. A continuación un espejo de cuerpo entero sobre el que está escrito con rotulador azul "Bienvenido a Valencia". La retroiluminación del espejo llena de luz esa primera entrada, quizá el reflejo en la pared vuelva el entorno demasiado amarillo. El techo, practicable, está algo desvencijado y pintado de otro color más blanco. Desde allí un pasillo de tres o cuatro pasos en el que encontramos a la izquierda la puerta del baño, corredera y de madera oscura, nos conducirá al dormitorio.
Este se abre completamente hacia la izquierda. Resulta grande, muy amplio, con dos ventanas en la pared frontal. Aquí abajo la puerta de entrada y las casitas que rodean el hotel, pero si levantamos la vista, podemos descubrir allá al fondo los edificios más altos y característicos de la ciudad. Allí delante, justo donde termina el pasillo y entramos en el dormitorio hay un sofa-cama doble tapizado con una tela color vino. Sobre él, un feo cuadro de motivos geométricos. A la izquierda, el display que permite controlar el aire acondicionado, muy eficaz, que encontramos encendido para refrescar la habitación. En su potencia más alta resulta ruidoso, pero en la mínima el ruido apenas se oye.
Habitación: 7
Baño: 8
Estado de conservación: 9
Desayuno:
Valoración General: 7.5