Tu CV eres tú

Por FundaciÓn Novia Salcedo
Hoy contamos con  un nuevo artículo de Rafel Pilar. Publicado el pasado verano en el diario El Correo, tras los días Navideños y el comienzo del nuevo año vuelve a coger fuerza su mensaje. En estos días de descanso, entre baños, viajes, selfies y fiestas, seguro que más de uno estará a punto de iniciar sus estudios a partir de septiembre. Supone el inicio de una nueva aventura. Un esfuerzo económico y personal que genera expectativas e ilusiones por cumplir. Todos desean tickets para esa lotería, en la que parece haberse convertido hoy en día el ganarse la vida dignamente haciendo lo que a uno le gusta. Buscan una empresa seria donde jubilarse con un reloj de oro como hicieron nuestros Aitites. Y utilizo el concepto de lotería en el doble sentido de la palabra. Por un lado consideramos afortunado a aquella persona que tras largos y  duros años de estudio recoge el premio con el que soñó al iniciar su camino: ganarse la vida haciendo algo relacionado con sus estudios y que además le gusta. Los premios gordos son para aquellos que logran un empleo en lo que desde siempre fue su vocación. Pero también está ese otro lado de la lotería, donde muchos juegan y una minoría consigue el premio esperado. ¿Hay alguna forma de que mis números pesen más en ese bombo que gira y gira cada vez que una empresa decide abrir la puerta a algún candidato?. ¿Existe un perfil de estudiante con más probabilidades de ser contratado por una empresa? Lejos de buenas calificaciones, las empresas que dicen estar interesados por “captar talento” buscan jóvenes con unos conocimientos iniciales de una profesión, avalados por un título, pero  con otra serie de competencias que les hacen atractivos para las empresas. Son chavales trabajadores, bien mandados, humildes, con ganas de ayudar, dispuestos a sacrificarse y aprender. No es necesario repetirles cinco veces las cosas, progresan por sí solos viendo cómo lo hacen los demás. Preguntan, anotan, saben trabajar en equipo y toman decisiones ya que hay que resolver los problemas. El error es su compañero de viaje durante los primeros años. No importa, saben que cada error es un aprendizaje. Se ofrecen a solucionarlo y dan la cara no escurren el bulto. Se sienten parte de un proyecto, de un equipo. Y si además son comunicativos, agradables e incluso simpáticos, podríamos decir que su bola en el bombo tiene muchas posibilidades de resultar premiada más pronto que tarde.
Todos los docentes hemos participado en algún claustro en el que se hablaba de algún alumno como un vago incapaz de esforzarse por nada, pero por otro lado, era voluntario de la DYA o la Cruz Roja acudiendo a accidentes a ayudar a los demás, jugaba en un equipo de fútbol, entrenando y compitiendo con frío o calor, o dedicaba horas y horas en un gimnasio a esculpir su físico, por no hablar de los que incluso eran capaces de arriesgar el físico en una mañana gélida de invierno cabalgando ola tras ola sobre un mar rugiente.
El mercado laboral, saturado de títulos reglados, no reglados, formales e informales, ha ido evolucionando en sus maneras de detectar a candidatos con talento. Estos jóvenes son el futuro y un chollo para cualquier organización puesto que no conciben el trabajo como un duro reto a afrontar de lunes a viernes, ni miran el reloj como un indicador de que la tortura diaria va a finalizar. Están deseando llegar, ponerse con ese proyecto que les motiva, compartir experiencias y quieren poner en práctica lo que aman, quieren demostrar al mundo que se sienten orgullosos de lo que han hecho y están deseando que todo el mundo lo sepa. No ven el momento de competir en el mejor sentido de la palabra, el de probar frente a otros que su obra es capaz de destacar sobre las demás. No se trata de una competividad mal entendida ni medible en dinero. Van por el mundo como esponjas, cualquier conversación, foto o idea tomada al vuelo puede ser la clave que buscaban, la fórmula para desbloquear o impulsar el proyecto. No dudan en viajar si su proyecto lo exige, si es lejos allí irán. Si hay que aprender idiomas, no hay pega. Si hay que conocer y abrirse a gente nueva, encantados. Esa es la fuerza laboral y vital que anda buscando cualquier empresa cuando se habla de gestión del talento y de que lo más importante en las empresa es el equipo. Pero no todas las personas, solo las que aportan un valor añadido a la empresa y que sienten los proyectos como propio.
¿Pero cómo encontrar a estos perfiles entre tantos curriculums similares circulando por departamentos de personal? Esas empresas interesadas en gestionar el talento de los jóvenes que se incorporen en sus proyectos lo empiezan a tener claro. Llevan un tiempo fijándose en otros detalles de los candidatos al margen de la titulación de referencia y de las calificaciones, que cada vez interesan menos como garantía de acierto en la contratación. Ahora Si el candidato es deportista, voluntaria de una ONG,  cuida a familiares ya sean jóvenes o mejor mayores, toca un instrumento, habla varios idiomas, ha viajado por medio Europa, escribe, actúa o pinta. Si ha sido alumno/a Erasmus, ha trabajado en Telepizza o de dependienta en Zara también tiene mucho ganado. Todo ello empieza a interesar y cada vez más. ¿Por qué? Alguien capaz de acudir cinco veces a la semana a un polideportivo a nadar durante tres horas seguidas tiene una capacidad de sacrificio, de superación, de resistencia a la frustración y por supuesto de lucha por un objetivo. Si mi candidato lleva diez años jugando al fútbol, al margen de entrenamientos, esfuerzo y demás.., probablemente tendrá dotes para el trabajo en equipo, para sacrificarse por un proyecto común, muchas veces en contra de sus propios gustos. Si una persona disfruta viajando es muy posible que tenga una facilidad especial para relacionarse con los demás, para la comunicación con diferentes tipos de personas, para comprender diferentes realidades y la flexibilidad necesaria para adaptarse cuando las cosas se tuercen. Y se tuercen, ya lo creo que se tuercen. En el trabajo las cosas se tuercen mucho. Si el candidato ha sido uno de los máximos anotadores de su equipo de baloncesto ¿no sabrá tomar decisiones? Seguro que ha fallado muchos tiros, aprende del error. Interesa, buen candidato. Resolutivo. Si una persona es voluntaria de una ONG o trabaja por su comunidad ¿sólo le motiva el dinero? ¿el horario? No lo parece. Su compromiso con el proyecto es total. Y cuando hablamos de empatía ¿a quién no le gusta trabajar con gente competente que además te hacen sentir bien? Si han pasado un tiempo trabajando con el público se adquieren unas habilidades de comunicación evidentes para el ojo de cualquier cazador de futuros talentos.
Una vez en la empresa, serán los departamentos de personal los más interesados en retener y dar campo de desarrollo a estos “diamantes en bruto” llamados a mantener la empresa a flote y si me apuran, a mejorar esta sociedad que les dejamos.