1. RELAJAR Y REPARAR. Partiendo de un estado de somnolencia, durante las tres fases NREM se llega a un sueño lento, profundo y reparador.
-Qué ocurre cuando te acuestas. Al acomodarnos en la cama y cerrar los párpados se entra en la fase I, la de somnolencia. La respiración empieza
a ser uniforme, comienza la distensión muscular y la actividad cerebral es más lenta que en la vigilia. Pasados unos minutos entramos en la fase II. Estas dos son las fases del sueño ligero, en las que cualquier ruido puede despertarnos.
-Producción de hormonas. Si nada ni nadie nos molesta, entramos en la fase III, la del sueño lento, profundo y reparador. En ella las constantes vitales se estabilizan, se pueden producir ensoñaciones, somniloquias (hablar dormido) y episodios de sonambulismo. Aunque estamos relajados se conserva el tono muscular. La temperatura basal cae pero la cutánea se eleva. A lo largo de este periodo la actividad cerebral se va ralentizando, lo que no impide que se liberen hormonas sexuales y la del crecimiento, de vital importancia en niños y adolescentes.
2. PROCESAR Y APRENDER. En la cuarta fase (REM), que dura unos 30 min, los músculos se ralentizan (excepto los oculares), la respiración es irregular y la actividad cerebral intensa.
-Bloqueo de señales. En la fase REM, una región del cerebro (el puente troncoencefálico) bloquea las señales que éste envía a la médula espinal. De esta manera se evita que realicemos movimientos que pudieran ocasionarnos algún daño mientras dormimos. -Clasificación de datos. “Esta es la fase de consolidación de la memoria y la que facilita que lo aprendido quede clasificado”, indica el doctor Pérez Díaz. En este proceso interviene una zona del cerebro llamada hipocampo, que se ocupa de formar los recuerdos. Lo consigue repitiendo y almacenando las experiencias vividas y los datos aprendidos a lo largo del día. Para ello cuenta con un ‘ayudante’, el tálamo, cuya función es bloquear la información de los sentidos para que la corteza cerebral pueda procesar todos los datos, guardando lo importante y eliminando lo que no lo es.
3. LISTOS PARA DESPERTAR. El cerebro regula la producción de una serie de hormonas y neurotransmisores como el cortisol y la serotonina, necesarios para que el cuerpo pueda empezar bien el día.
-Cuidado con el ‘efecto zombi’. Cuando suene el despertador, si el descanso ha sido reparador estarás en plena forma para empezar la jornada. De lo contrario, tu organismo protestará. Puede hacerlo provocando un efecto zombi. Y es que, según una investigación de la Universidad de Wisconsin (EEUU) y publicada en la revista Nature, si se descansa menos de lo necesario, al despertar una parte del cerebro sigue dormida para poder seguir desempeñando las funciones que debería haber llevado a cabo durante el sueño. -Dormir poco ¡engorda! Otro estudio, elaborado por la Escuela de Medicina de Chicago (EEUU), ha concluido que quienes duermen poco experimentan una disminución de la leptina (hormona que suprime el apetito) y un aumento de la grelina (que provoca la sensación de hambre), por lo que tienen más tendencia a engordar.
¿Sabías que… el sueño es un proceso cíclico? Los nuevos aparatos de diagnóstico y medición permiten estudiar lo que sucede en el interior del cerebro mientras dormimos. Y aunque no se conocen todos los mecanismos implicados en el proceso, sí se tiene un conocimiento muy certero de cómo se estructura el sueño. Según la American Academy of Sleep Medicine (AASM), se distinguen cuatro periodos. -Las tres primeras fases (I, II y III) se denominan no REM (NREM). -La cuarta fase es llamada REM (Rapid Eye Movement = movimiento rápido de los ojos). El conjunto de las cuatro fases forma un ciclo, con una duración de 90 a 120 minutos, que se repite 4-5 veces a lo largo de la noche. En total, “pasamos una media de seis horas de sueño NREM y dos horas de sueño REM, aunque esto varía mucho de una persona a otra”, matiza el neurólogo Pérez Díaz.