Tú eres mi patria

Publicado el 27 septiembre 2012 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

Círculo de Bellas Artes (Madrid), 22 de marzo de 2002

Cinco horas antes de que comience esta conversación, una bala ha atravesado la cabeza del único concejal socialista del Ayuntamiento de Orio. Tenía 67 años, acababa de comer con su familia y había bajado a un bar cercano a su casa para tomar un café. Como los vascos que protagonizan  Guárdame bajo tierra’ (Premio Nacional de la Crítica 2001), Ramon Saizarbitoria se ve afectado por la siniestra sombra del terrorismo. Dudo en preguntarle sobre el atentado porque, aunque una de sus anteriores novelas está protagonizada por un etarra, el terrorismo no es el tema central de ‘Guárdame bajo tierra’, cinco novelas breves que giran alrededor de exhumaciones.

En la mesa de la cafetería, el medio gin tonic de Saizarbitoria y los restos del té del periodista de la entrevista anterior. El escritor, que fue concejal de Euskadiko Ezkerra en el Ayuntamiento de San Sebastián durante la transición, no encuentra las palabras adecuadas para definir lo que siente ante esta nueva muerte, “dolor”, “cabronada”.Estoy empezando a creer que verdaderamente estamos obligados a posponer, a relegar las pretensiones, aunque sean legítimas, aunque sea sine die, hasta que se acabe la barbarie”.

Guárdame bajo tierra’ comienza y termina con dos novelas cortas cuyas historias transcurren en los años ochenta, pero que realmente se inician en 1937, en plena guerra civil, cuando las tropas franquistas están a punto de entrar en Euskadi. En las dos transmite la idea de que la guerra civil es, como en el resto de España, una herida mal cerrada, como el muñón del viejo gudari protagonista de la primera historia, pero en el caso de Euskadi con la particularidad del papel jugado por el PNV durante la contienda.

Trato de eso sí, de ese papel, del pacto de Santoña. Sí, intento acabar con ciertas mistificaciones de la historia. La guerra civil es una guerra que nos han contado mal, como una guerra entre vascos y españoles, los vascos que prefieren entregarse a los italianos antes que a los españoles, cuando lo cierto es que hubo vascos en los dos bandos… ¡y si contamos a los navarros entre los vascos! Quiero contribuir a acabar con esa mistificación y, sobre todo, a través de ese elemento de exhumación quiero simbolizar que lo que se pierde en la guerra es irrecuperable, que el sin sentido de la guerra es tal que incluso los que ganan la pierden.

Una de las mejores características de ‘La guerra perdida del viejo gudari’ es su capacidad para introducirnos en los pensamientos de este viejo soldado vasco y, sobre todo, hacernos comprender su dolor. En su caso es obvio el motivo de este dolor, pero quizá lo peor de esta herida mal cerrada es que también es capaz de afectar a la siguiente generación, a los hijos de los derrotados, que son los protagonistas de ‘El huerto de nuestros mayores’.

Sí, a mí me interesa que exista esa transmisión porque en las guerras los contendientes nunca tienen conciencia de que van a entrar en guerra, aunque quizá algunos militares las preparan, pero el pueblo no tiene conciencia de ello. Uno está en vísperas de la guerra y no lo sabe. Es algo que me fascina. Uno piensa que, como en una tormenta, existen señales que te anuncian lo que va a ocurrir y que te permitirán guarecerte, pero la guerra no es así. La mayoría de los que han vivido la guerra reconocen que no pensaban que la guerra podía producirse, que se llegaría a esa insensatez.

No estoy obligado a sufrir por la patria, ni a morir por la patria, ni coñas por la patria

En esta novela en particular retrata a Sabino Arana como un santo, cuyos huesos son venerados por dos votantes del partido que fundó, el PNV.

Así han vivido muchos la historia. En esta novela intento hacer una síntesis personal que quisiera que fuera de muchos vascos. Si te das cuenta, yo reniego de esa herencia, de esa pesada carga, de esos huesos de Sabino Arana convertidos en reliquia que trasmite el padre a su hijo con la obligación de restituirlos a la tumba de Arana. Me rebelo ante esa herencia, no estoy obligado a sufrir por la patria, ni a morir por la patria, ni coñas por la patria (Ramón enfatiza la palabra patria y la dice cada vez más alta, casi expulsándola).

Teniendo en cuenta que siempre ha escrito en euskera su crítica al nacionalismo me parece más legítima.

Bueno esa es mi guerra, el advertir que vincular el euskera y la cultura vasca al nacionalismo es peligrosísimo para la lengua y la cultura vasca, tenemos que disociarlo. Espero que las generaciones futuras separen el euskera y su cultura del nacionalismo, que las utiliza para justificar sus reivindicaciones, reafirmar la identidad, etc… Es más, el nacionalismo político, cuando no le interese el euskera, lo dejará caer como un trapo sucio. Y el ejemplo lo tenemos en Irlanda, con el gaélico. Es necesaria esa separación.

En las tres novelas centrales de ‘Guárdame bajo tierra’ lo verdaderamente importante es la dificultad de las relaciones de pareja,  la necesidad que tenemos todos de encontrar a la persona con la que soñamos compartir nuestra vida y la imposibilidad de conservar a esa persona.

Mi generación es especialmente incompetente en las relaciones de pareja, creo que los jóvenes de ahora son más hábiles. Me interesa el paralelismo entre las guerras pequeñas y las guerras grandes.

‘La obsesión de Rossetti’ es la novela más larga de las incluidas en su nuevo libro. La novela parece estar dominada por una imagen fascinante, la exhumación del cadáver de la mujer del pintor y poeta inglés Dante Gabriel Rossetti y la hermosa y larga cabellera pelirroja que presentaba el cadáver y que no había dejado de crecer durante los años que llevaba enterrada. ¿Fue éste el punto de partida para esta novela protagonizada por un escritor neurótico?

Sí, ¡tiene mucho morbo, no! Sí, sí surgió a partir de esa escena. En esta novela hago una caricatura de la figura del escritor, que sobrevalora su “paginita”. Rossetti es un buen ejemplo, nadie conoce a Rossetti por sus poemas sino por el hecho de que exhumó el cadáver de su mujer para recuperarlos. Y luego está mi personaje, ese miserable que tiene la pretensión de conquistar a una mujer través de la literatura. Creo que hay muchos escritores que pretenden, pretendemos, eso… pobrecitos, no (Risas).

Trato de reírme de mí mismo, no niego que yo circulo por ahí. Soy parte de los personajes

En estas tres novelas de relaciones sentimentales el azar es un elemento fundamental, hasta tal punto que la noticia de la exhumación de los restos de un famoso cantante es capaz de provocar una crisis en la relación que mantienen los protagonistas de una de las novelas.

Esta es una historia real también, la de Yves Montand, que a mí me fascinaba. Un hombre que admitió tener una relación sexual con una actriz con la que, supuestamente, tuvo una hija. Él se negó a hacerse las pruebas para confirmar su paternidad. Siempre manifestó que no había tenido ninguna hija. Y su mujer le creyó, aunque todo el mundo en Francia pensaba que las pruebas del ADN confirmarían su paternidad por el parecido de la supuesta hija. Es algo que yo desearía, tienen que tener bastante confianza en ti para creer en esa situación y es que creo que las mujeres saben más. La pareja de la novela entra en crisis porque el personaje que narra la historia siente la miseria de que su mujer no le cree, no puede soportar que, a diferencia de la mujer del cantante, ella no confíe en él.

En todas las historias me parece que ha abordado el tema de la muerte huyendo del morbo, pero en ‘Dos corazones en una tumba‘ la risa, el humor negro, está presente casi desde su inicio hasta su justo final. Una historia que parece extraída de las páginas de un periódico, con los casos de la funeraria de Málaga o de Georgia, donde el propietario no quemaba los cadáveres sino que los enterraba en el patio de su casa.

¡Sí, sí, tremendo! La realidad siempre te rebasa, nunca puedes alcanzar con la imaginación las cuotas de esperpento a las que llega la realidad. Trato de reírme de mi mismo, no niego que yo circulo por ahí. “Madame Bovary ce moi”, que decía aquél. Sí soy parte de los personajes y, bueno, es lo que ofrezco al lector. Hay mucha verdad y poca trampa.  Mejor o peor escrito, hay está la vida, tal y como yo la vivo y tal y como yo la siento. 

Posdata 1: Esta entrevista apareció mutilada en el número 0 y único de ‘Gazz Magazine’, en mayo de 2002, una revista de tendencias tan efímera que no dejó ni huella en internet. Todas las referencias al asesinato de Juan Priede Pérez por los etarras Iñaki y Unai Bilbao desaparecieron. No hubo más censura que la falta de espacio. De dos páginas se pasó a una y el asesinato parecía fuera de lugar. Sin embargo, releída ahora la entrevista sin cortar, creo que dice mucho, muchísimo, de la España en la que vivíamos hace tan solo 10 años.

Posdata 2:  Después de este libro, Ramón Saizarbitoria no publicó ninguna novela hasta esta primavera, cuando presentó Martutene‘ ,  un libro de casi 800 páginas escrito en euskera. En las entrevistas concedidas a la prensa, Saizarbitoria dijo entonces que a partir de ahora se dedicará a la literatura juvenil.