¿Qué sientes cuando te llega el aroma de tu alimento favorito, preparado con amor por alguien que se preocupa por ti profundamente? ¿Qué sentimiento te llega cuando un amigo te alaba por tu aspecto, tus habilidades o actos de amabilidad? ¿Qué sentimiento tienes cuando tu trabajo es recompensado adecuadamente con un bono económico abundante? ¿Qué sentimiento se evoca en ti por la vista de las flores silvestres con hermosos colores o el sonido de la música que más te gusta llegando a tus oídos en el sitio más inesperado? Éstas son sólo unas cuantas expresiones infinitas de prosperidad que potencialmente están a tu disposición. La prosperidad del universo siempre está intentando bendecirte con abundancia, así que es importante para ti, estar consciente de lo capaz que eres para recibir estas bendiciones. ¿Así que, cómo te hace sentir el ser bendecido?
Rechazar el flujo de prosperidad, priva tanto al portador como al receptor, de un intercambio espiritual valioso.
Algunas personas tienen mucha dificultad para recibir los halagos y luego se preguntan por qué tienen problemas para recibir el dinero, el amor y la felicidad que en verdad desean. Tal vez, de vez en cuando todos bloqueamos nuestra habilidad para recibir el regalo de un halago. Cuando tus amigos te dicen que te ves sensacional, sonríes, escuchas lo que tienen que decir y sólo después de haberlos escuchado totalmente, ¿les agradeces por haberse fijado? Con que frecuencia rechazas los halagos contradiciendo a la gente que desea halagarte, cambiando rápidamente de tema o agradeciendo antes de que haya terminado de hablar y modificando lo que dijeron.
Cuando nuestros socios nos agradecen nuestra colaboración o nuestro apoyo, podemos responder diciendo algo como, “No fue nada,” o podemos responder de una manera aparentemente positiva mientras pensamos en secreto, “Si tan sólo supieran lo torpe y lo mal hecha que en realidad fue mi colaboración”
De cualquier modo, en efecto hemos bloqueado el flujo del amor y de la prosperidad que se nos ha ofrecido y al hacerlo, nos hemos privado a nosotros mismos y a la otra persona, de un intercambio espiritual valioso que nos hubiera beneficiado a todos los interesados.
Los Ángeles desean que todos recibamos el amor y la prosperidad que fortalecerá nuestras almas y contribuirá con nuestra comodidad física. No existe ningún beneficio en la pobreza, ya sea física, emocional, mental o espiritual. La prosperidad divina, en todas sus formas, siempre te está buscando. En realidad, se requiere de una gran cantidad de energía para rechazarla. Podemos rechazar un halago por hábito o podemos limitar el flujo de dinero en nuestra vida, porque en el fondo no creemos que lo merecemos o porque nunca aprendimos a manejar el dinero y le tenemos miedo. Las razones específicas para bloquear el flujo de la prosperidad son personales, pero hay algunos elementos clave implicados que son comunes en casi todos. Tal vez el más dañino es el temor humano básico a la carencia, o la creencia de que no hay suficiente en circulación.
Los Ángeles existen en un reino de abundancia y también nosotros.
Los Ángeles no existen en un reino de carencia, ni tampoco nosotros. De hecho, no creo que los Ángeles comprendan plenamente la desesperación, la pobreza y la ambición que se manifiestan como síntomas del temor humano a la carencia, a pesar de que hacen todo lo posible por aliviar esos síntomas diariamente.
Desde un punto de vista Angélico, la carencia no existe; es un mito meramente humano que genera un desequilibrio en el mundo físico, pero que no tiene ninguna conexión con la verdad espiritual.
En cuanto toda la raza humana exigente haya evolucionado más allá de este temor y creencia fundamentales en la carencia, no habrá falta de amor, de dinero ni de recursos materiales disponibles para cualquiera de nosotros. El temor a la carencia crea la necesidad de agarramos con fuerza a lo que tenemos y esa tensión automáticamente bloquea el flujo de la prosperidad exterior y en nuestra vida. El miedo a la carencia genera desesperación y nuestra energía desesperada nos impide poder recibir lo que en verdad necesitamos y deseamos. Es como poner un escudo que desvíe la prosperidad alejándola de nosotros.
Depende de cada uno de nosotros, personalmente, evolucionar más allá de nuestro miedo a la carencia. Al hacerlo ayudamos a que cambie la mente colectiva de la humanidad de una consciencia de pobreza a una consciencia de prosperidad.
Cambia tú mismo y cambias el mundo.
(Enviado desde de la red por un Ángel Custodio… Gracias Gus!!)