“Estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable no serlo alguna vez”.
-Blaise Pascal.
“Para ser feliz con los demás es necesario no pedirles aquello que no puedan darnos”.
-Tristan Bernard.
Todos hemos condicionado nuestra felicidad en algún momento de nuestras vidas. Quizá hasta nos prometimos que seríamos felices si pasaba tal o cuál cosa. O que estaríamos tristes si pasaba algo que no nos gustaría.
Esta actitud puede acarrearnos problemas.
Que nuestra felicidad dependa de los demás significa que un hecho externo tiene el potencial de afectar nuestro estado de ánimo.
Esto lo podemos simplificar en la siguiente frase:
“Si todo sale como esperaba, seré feliz. De lo contrario estaré molesto(a) o triste”.
Sacrificamos nuestro bienestar por motivos absurdos. Por ejemplo:
- La madre que se muestra alegre si su hijo sacó buenas notas en la escuela y se enoja cuando el niño saca malas notas.
- El aficionado que se deprime si su equipo pierde y se alegra cuando gana.
- El empleado que enfurece cuando llueve y se la pasa alegre cuando hay buen clima.
- La adolescente que se enoja todo el día si no le contesta el teléfono su novio y está feliz si le contesta.
- El padre que se enorgullece de su hijo si hace lo que le dice y enfurece cuando lo desobedece.
- La mujer que se promete ser feliz si encuentra novio y ser infeliz si no lo encuentra.
- El hijo que se molesta si sus padres no le dan dinero y los quiere cuando le dan
Nuestra felicidad no debe depender de nadie más que de nosotros. No dejemos que algo externo nos arruine todo el día.
Si perdió nuestro equipo de fútbol, sigamos felices, que nada cambiará porque estemos tristes.
Si nuestros hijos sacan malas notas, aprendamos que existen cosas más importantes.
No esperemos nada de los demás, dejemos que ellos nos sorprendan.
Tarde o temprano aprenderemos que ser feliz a pesar de las circunstancias es una prueba de amor hacia uno mismo.