A lo largo de la vida de una madre existen diferentes obstáculos que se deben sortear en la crianza de nuestros hijos. Ayer me he topado con una madre preocupada porque veía a su niña de 5 años triste… “¿Cómo hago para explicarle ese sentimiento? ¿Cómo puedo ayudarle?”.
La verdad que explicar a un niño el significado de los sentimientos es complicado, y más si tenemos en cuenta que los niños “sienten” y que los matices de las emociones no son tan delimitadas como las puede llegar a sentir un adulto. A un niño le puede generar tristeza hechos simples, una palabra, una frustración al no poder hacer algo, el que su amiga del alma esté malita y no pueda jugar con ella… ¡muchas cosas!
Sin embargo es importante respetar esa sensación de tristeza y darle lugar a que el niño explaye su sentir, que lo pueda compartir y atravesar… porque está bien sentirse tristes a veces.
Muchos especialistas hacen una diferenciación entre tristeza pasajera y tristeza permanente. En la primera, se trata de una consecuencia por hechos aislados que pueden afectar al pequeño como una pelea, etc.; al hablar de una tristeza permanente hacemos referencia a un hecho más profundo que marca el sentir del niño en su interior como la muerte de un ser querido, una mascota, una decepción.
En ambos casos, la tristeza debe ser respetada como tal y ofrecer al niño un espacio para el diálogo y su comprensión. En el caso de la tristeza permanente, es importante crear espacios donde el niño pueda experimentar otro tipo de sensaciones como hacer deporte, estar al aire libre, dedicar tiempo a actividades artísticas y creativas, entre otras.
Os dejo un texto de Haruki Murakami de su libro “Kafka en la orilla” que puede ayudar un poco a las mamis:
“A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso.
Y tú en verdad la atravesarás, claro está. Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. No. Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.”
Todos, grandes y pequeños, tenemos nuestro propia tormenta de arena… y todos sin excepción la atravesaremos porque eso significa crecer, moldearnos como seres humanos con nuestra propia personalidad.