He aquí un libro de altura. Un libro que enriquece nuestra perspectiva sobre la primera mitad del siglo XX en Alemania, un libro que narra una historia apasionante sobre una mujer no menos apasionante, un libro que plantea pertinentes reflexiones sobre la elección de una existencia libre, sobre el amor, la maternidad, la amistad, la pérdida y la solidaridad. Angelika Schrobsdorff (Friburgo, 1927), autora de una docena de títulos, reconstruye en Tú no eres como otras madres (1992), su obra maestra, la vida de su progenitora, Else Kirschner (Berlín, 1893 – Gauting, 1949), una mujer criada en una familia judía burguesa que no se conformó con los planes que sus padres tenían para ella y desde muy joven hizo gala de una personalidad indomable, que la llevaría a disfrutar con intensidad del Berlín de los años veinte, a tener tres hijos de tres hombres diferentes y a comenzar de cero cuando la amenaza del Holocausto la condujo al exilio. Este libro, que se lee como una novela, es a la vez una crónica sobre Else y unas memorias colectivas sobre una época y un lugar determinados. La autora lo escribió cuatro décadas después de la muerte de su madre, cuando ella misma era una mujer madura y contaba con la serenidad de la distancia, que le permite hilvanar un texto que rebosa veracidad. Además de sus recuerdos, emplea fragmentos de la correspondencia de la propia Else, que reflejan la vitalidad de esta. La obra fue un best-seller en Alemania, y ahora se traduce por primera vez al castellano como el lanzamiento estrella de la temporada de dos pequeñas (y selectas) editoriales que se han unido para la ocasión.Una mujer distinta en un mundo distinto
Me he interrogado una y otra vez sobre el secreto de su fascinación, se lo he preguntado a personas que tuvieron amistad con ella. Pero nadie, ni yo misma, ha sabido dar en el blanco. Es cierto que tenía una cara bonita, que era inteligente, ingeniosa, desbordante en su amor, su vitalidad y su generosidad. Ignoraba las convenciones, los cálculos, las pretensiones. Pero no era sólo eso. Tenía un carisma que no se explica con dotes físicas, humanas o intelectuales. Cuando trato de describirla para mí o para otros, vuelvo una y otra vez sobre la palabra «autenticidad». Else era —en un mundo de autoengaño, de disimulo y de hipocresía— tan auténtica y elemental como sólo puede serlo una criatura de la naturaleza. (P. 21-22)
—No puedes imaginarte cuánto nos divertíamos —dice Ilse. Me lo puedo imaginar perfectamente, ¿y por qué no deberían haberse divertido? Eran jóvenes, exaltados, confiados, egocéntricos, enamorados de la vida, enamorados del amor. Habían vivido la abdicación del káiser, los avatares y dolores de parto de la República de Weimar, la inflación, el paro masivo, el crac económico. No ganaban para sustos, y no obstante el grano que les salía justo el día de la primera cita con un hombre codiciado les era más importante que un acto de terror de las SA, por ejemplo. (P. 215)
¿Por qué escapé yo —de la forma que fuese—? Yo, que fui tan mala hija y madre. ¿Alguna vez he hecho algo que haya tenido un sentido y valor profundos? ¿No ha sido mi vida más que una cadena de locura, superficialidad, egoísmo, ansia de placer, delirio erótico? ¿Tú también ves con tanta claridad todos tus errores y te siguen torturando como a mí? Yo sólo veo mis errores y nada, absolutamente nada, en lo que pudiera sostenerme, de lo que pudiera decir que estuvo bien y fue decente. No obstante, a veces ni siquiera me arrepiento. Fue, a pesar de todo, bello. (de una carta de Else, pp. 557-558).
El libro narra el auge y la caída de Else: su plenitud y su decrepitud, su consecución de una vida libre y la anulación de su carácter arrollador como consecuencia de la pérdida (de sus seres queridos, de su hogar, de todo lo que dejó atrás). Y, aun así, es consciente de que tuvo suerte, a diferencia de muchos de sus coetáneos («Basta ya, hay personas que han sufrido mucho más que yo. Y, sin embargo, la vida ha sido bella», p. 567). Esta caída de Else se puede leer a su vez como la caída de la Alemania intelectual y esplendorosa de entreguerras, la Alemania que quedará manchada por el nazismo y tardará años en recomponerse. Uno de los aspectos más inquietantes del ascenso al poder de Hitler, de hecho, es que se produjo en un momento y un lugar civilizado y cultivado. Tú no eres como otras madres plasma el antes y el después de una sociedad que no volverá: el oasis de los años veinte y el horror de la Segunda Guerra Mundial («Nunca comprenderás lo que puede hacer una guerra perdida», p. 585).
Para mí, Bujovo fue una revelación. Nunca antes y nunca después he estado más cerca de la vida que allí, me he sentido tan libre, tan segura, tan física y anímicamente sana, tan despreocupadamente feliz. Bujovo me enseñó lo que es la vida en su forma primigenia, lo que pueden ser las personas que viven desde el corazón. Nunca antes y nunca después he conocido una generosidad tan desinteresada como la de esos campesinos sin recursos, nunca una actitud tan noble frente a personas extrañas de las que sólo sabían que pasaban necesidad, nunca una empatía tan profunda y genuina. (P. 470)
El legado de una madre singular
Angelika Schrobsdorff
Schrobsdorff narra la vida de su madre con un estilo lúcido y reflexivo, que ahonda en el sufrimiento pero también en la fuerza arrolladora de ser uno mismo, sin miedos. Las páginas están llenas de oportunas observaciones sobre los acontecimientos, fruto de la meditación acerca de Else y acerca de la autora para con su propia vida. Else, en efecto, no es como otras madres, pero no porque se despreocupe de sus hijos o carezca de afecto por ellos, sino porque eligió un rumbo independiente y menos conservador que el de sus antepasados («Ser libre y autónomo son cosas que a una no la decepcionan nunca. Ojalá lo hubiera sabido antes y no hubiese estado siempre tan consentida.», p. 575). En el fondo, lo que la autora aprende de su madre es eso: la valentía, la confianza en uno mismo, la elección de una existencia sin ataduras involuntarias («Siempre que he seguido los consejos ajenos en vez de mi propia intuición e instinto me he equivocado», p. 347). Else se adelantó a su tiempo, y dejó un testimonio inspirador para las siguientes generaciones. Un libro memorable sobre una mujer memorable.Fotografías de Berlín en los años veinte y treinta (fuente).