Resulta que casi todos estamos habituados a ver una cresta en forma de cajita en la cabeza de este bicho. Tanto así que incluso, las reconstrucciones más buenas, como esta:
Llegan a presentar dicha cresta. Pero ¿en qué se basa? Pues en el artículo más conocido sobre la forma de la cabeza de Quetzie, de hecho, el primero en abordar el asunto y si me preguntan, el mejor:
En fin. En dicho trabajo podemos ver la siguiente figura:
Esta ha sido mal interpretada de tal forma que, la cresta de cajita se volvió meme (i.e. una reproducción cultural). Pero si vemos bien la figura, notaremos que las líneas punteadas indican que esa parte no está completa y que "le falta"... De tal forma que CUALQUIER cresta en forma de cajita queda automáticamente invalidada... Como esta:
Y no me mal entiendan, el que algo esté mal, no lo hace automáticamente malo. Simplemente es un nuevo dato que hay que tener en cuenta. Si miramos el artículo, veremos que hay más material craneal con crestas. Veamos:
Y bueno, muy muy criticando, pero y entonces ¿cómo era? Bueno podemos tomar parientes cercanos para hacernos una idea, pero la verdad es que casi no conocemos cráneos de azdárquidos, por lo que algo así es lo más plausible (a falta de más evidencias).
Lo curioso es que antes de que la cajita (una MALA interpretación de una ilustración científica) se pusiera de moda por copy/paste, algunos artistas echaron ojo personalmente al paper (o quien los asesoró lo hizo), teniendo resultados como este:
Así que ya lo sabe querido lector, la cresta de cajita nunca existió, fue producto de no buscar información suficiente y no leer los trabajos que a los pobres científicos de a deveras les cuesta tanto trabajo hacer. Así que si ahora dibujarás un quetzie, recuerda: NO TENÍA CRESTA DE CAJITA. Así que sin más, nos vemos en la próxima entrega. Pásenla muy bien.
Fuente principal:Kellner, A. W., & Langston Jr, W. (1996). Cranial remains of Quetzalcoatlus (Pterosauria, Azhdarchidae) from Late Cretaceous sediments of Big Bend National Park, Texas. Journal of Vertebrate Paleontology, 16(2), 222-231.