Quién haya hablado conmigo durante el maravilloso pasado Celsius 232 probablemente me haya escuchado hablar de que estaba leyendo este libro. Quizás, haya comentado más de una vez, alguna de las extrañas escenas que pueblan la novela. Lo advierto desde ya, querido lector de este blog, que estamos ante una novela extraña. Muy pero que muy extraña. Estamos ante una fabula inquietante que retrata nuestra cercana realidad y a la vez la deforma, arraigada en una especie de universo distópico que al final nos resulta demasiado familiar. Pero a la vez, todo nos resulta ajeno. Una sensación de extrañeza que Alexandra Kleeman propone, en un viaje por el puro consumismo y la obsesión con la imagen corporal que impregna toda nuestra existencia actual.
Así conocemos a A, una mujer joven que trabaja como correctora profesional en una ciudad americana anónima y comparte piso con B. Mientras B se esfuerza por cada día parecerse más a A, copiando sus hábitos de imagen y apropiándose de sus pertenencias, A busca un sentido más allá de su dependencia sentimental de C, su pareja. Todo comienza a volverse perturbador cuando A se da cuenta de que sus vecinos, una familia completa, ha desaparecido. Es más, una especie de epidemia esta haciendo desaparecer a padres que aparecen unos días más tarde del todo desorientados en centros comerciales. Y si, este es solo el extraño punto de partida de Tú también puedes tener un cuerpo como el mío.
El mundo contemporáneo visto con una lupa extraña
Tú también tienes un cuerpo como el mío es un dardo envenenado de Alicia Kleeman directo a la yugular de la sociedad actual. Más allá de una trama, lo que la autora hace es un retrato de las dinámicas sociales actuales, enfocándose en esos seres humanos que tienden más hacia lo individualista que a lo colectivo. El amor por lo tangible. Enfatizado por metáforas surrealistas, como una secta oculta de la sociedad o unos peculiares supermercados idénticos repletos de dependientes con enormes cabezas de gomaespuma, la novela recalca las pulsiones consumistas y conformistas que mueven a gran parte de la población. Alexandra no hace más que demostrarnos que el mundo en que vivimos es lo suficiente extraño, pero no le prestamos toda la atención que merece.
Con la omnipresencia de internet hoy en día, el auge de la conectividad, la vida sana y los cánones de belleza, Tú también tienes un cuerpo como el mío se desata como una aguda reflexión y parábola sobre nuestros hábitos de consumo, sobre la construcción de nuestras relaciones personales y el terrible mundo que habitamos y parecemos no querer ver. Como apartamos la mirada de lo que tenemos delante de nosotros mismos, cual mecanismo de seguridad y cordura, como si no quisiéramos ver y padecer. Según pasamos las páginas todo nos resulta ajeno, pero a la vez demasiado familiar. Los horrores de un mundo que están a vista de pájaro, pero donde una oscura nube parece la excusa perfecta que no nos deja ver más allá.