Tudela (Navarra)

Por Yorga @javieramosantos

Capital de las comarca de la Ribera, Tudela presenta en el siglo XXI un rico legado patrimonial: el que dejaron en el pasado cristianos, judíos y musulmanes. La ciudad de las tres culturas hay que recorrerla a pie para saborear la historia a cada paso. Declarado su casco viejo Bien de Interés Cultural, su monumento dedicado al Sagrado Corazón domina una mezcolanza de saberes que antaño marcaron las páginas del desarrollo cultural y social de la península ibérica durante la Edad Media.

Al sur de Navarra, entre la aridez de las Bardenas Reales y el verde intenso de la huerta de la Ribera, se alza Tudela, segunda ciudad en extensión e importancia de este territorio foral. Fundada en el año 802, bajo el mandato del rey Al Hakan I, durante más de 400 años convivieron en ella musulmanes, judíos y mozárabes, imprimiéndole un mestizaje que sigue reflejando su patrimonio monumental. Fue una ciudad tolerante en una época en que dominaba la incomprensión.

Plaza vieja de Tudela./Arenillas

Su ubicación a orillas del Ebro la convirtió en avanzadilla de los musulmanes contra los reinos cristianos del norte y, más tarde, del Reino de Navarra en sus luchas contra Castilla y Aragón. Tudela tuvo la más importante Judería del reino, con 800 familias, antes de que la asolara la peste en 1348, que la redujo a la mitad. La expulsión de 3.000 judíos en 1498, y de los moriscos en 1516 y 1610, constituyen capítulos clave de la historia de la ciudad, incluida hoy en la Red de Juderías de España-Caminos de Sefarad. Sin duda, uno de los lugares con más historia de la comunidad foral.

La profunda huella que dejaron estas culturas se constata nada más entrar a Tudela gracias al puente del Ebro, una obra de origen árabe de 360 metros y 17 arcos donde se obtiene una de las mejores panorámicas de la ciudad de la Ribera. La localidad navarra creció al amparo de un castillo que vigilaba un paso estratégico. Hoy Tudela ha perdido sus perfiles guerreros y la fortaleza se demora maltratada por la vejez.

De esta larga convivencia quedaron nombres ilustres. Benjamín de Tudela es el más curioso. Fue una especie de judío errante con vocación de Marco Polo. Hablaba numerosos idiomas y fue el primer escritor de guías de viaje de la historia. En sus visitas a judíos de todo el mundo fue desde el Himalaya hasta Jersualén. Todo esto en el siglo XII.

Torre Monreal./Arenillas

Desde el puente se divisa la principal joya arquitectónica de Tudela: la catedral cisterciense de Santa María: construida hacia el año 1180 sobre los restos de zuna antigua mezquita árabe. Desde sus tres portadas, la más hermosa es la denominada del Juicio Final, que mezcla estilos románico y gótico. En el interior del templo, que tiene tres naves, se atesoran piezas destacables como una sillería del coro de un total de 86 asientos, un retablo del siglo XV y una escultura románica de la Virgen Blanca.

Junto a la seo se enclava otra visita obligada para el viajero: el Museo Diocesano, en el palacio Decanal (siglo XV) donde sobresalen unos óleos sobre tabla atribuidos a El Bosco. Otro importante monumento es la iglesia de la Magdalena (siglo XII), que se asoma al Ebro y conserva una de las pocas torres románicas de Navarra. Tampoco la arquitectura civil se queda atrás, cuyas calles están jalonadas de casonas con solera y palacios. El del Marqués de San Andrés, siglo XVI, y el del Marqués de Huarte, del XVIII, sorprende por la profusión decorativa de su fachada principal, y la exuberancia de su patio y su escalera imperial.

Cabe también citar el Centro Cultural Castel Ruiz y el Museo Muñoz Sola de Arte Moderno; además de la Torre Monreal, construcción defensiva de ladrillo erigida en el siglo XIII sobre una atalaya con el fin de vigilar el territorio. Ésta, de forma hexagonal y reconstruida a posteriori, solo conserva un elemento medieval: el aljibe que recogía el agua de la lluvia. Hoy acoge un centro de interpretación con paneles explicativos sobre las tres culturas que han convivido: la judía, la musulmana y la cristiana.

El río Ebro a su paso por Tudela./Garygillmore

Pero para conocer cómo late la urbe actual, lo mejor es ir hasta la plaza de los Fueros, punto de transición entre la ciudad antigua y la moderna y uno de los centros de reunión preferidos por los lugareños. Fue construida en 1687 y funcionó como coso taurino. En la actualidad dispone de un quiosco central y las fachadas de las viviendas que la circundan muestran escudos heráldicos de las poblaciones de la Ribera de Navarra. Sirve, además, como puerto de acceso a la judería vieja y a las retorcidas callejuelas del casco antiguo, el mejor lugar para despedirse de una ciudad que respira historia y pasado por todos sus poros.

Los amantes de los paisajes diferenciales encuentran también en Tudela otro atractivo de interés para ser visitada, ya que la ciudad se enclava dentro de las 42.500 hectáreas de un paisaje semidesértico donde la erosión ha esculpido un caprichoso mundo de apariencia lunar plagado de barrancos, mesetas planas y solitarios cerros: el Parque Natural de las Bardenas Reales, considerado Reserva de la Biosfera por la Unesco.

Frecuentado desde tiempos inmemoriales por pastores, leñadores y también bandoleros, las leyendas han impregnado de magia las ruinas de antiguos castillos defensivos. Tudela es algo más que espárragos y verdura; se ha convertido en uno de los lugares turísticos con más historia de Navarra y, por extensión, de la zona norte peninsular. Y si aunamos Tudela con la espectacularidad y la historia que desprende la monumentalidad de Olite y sus fabulosos castillos, el viaje se torna perfecto.

Dónde dormir: Torre Monreal; Cuesta de Loreto, 8; 31500 Tudela (Navarra); info@torremonreal.com; teléfono: 948402682.

Dónde comer: Calle de la Merced, 9; Tudela (Navarra); teléfono: 948822028.