Tulipanes de Marte

Publicado el 25 julio 2014 por Elpajaroverde
La novela que hoy os traigo a este mi blog termina con la muerte de su protagonista, Ismael Nemo, el primer 'martenauta' de la Historia. Tranquilos, pajaritos, no revoloteéis inquietos, esto no es ningún spoiler, no osaría haceros tal cosa. Así acaba esta novela y en parte así es cómo empieza, pues es su propio protagonista quién lo desvela en el primer párrafo de la misma. Ismael, llamado a ser el primer hombre en pisar Marte, está sólo en un espacio inhóspito, guarecido en una cueva, con su vehículo de oruga y su traje espacial como fieles compañeros, y con la radiación como guadaña afilada de una muerte segura y próxima. Ismael escribe, necesita contar su historia, como desahogo, como redención. Tiene mucho que contar y sabe que dispone de poco tiempo. Empieza, como no podía ser de otra manera, por el principio, porque es el único modo de entender esta historia.

Portada de Tulipanes de Marte

Ismael nace en Kenia, en una casa al final de una autopista que no lleva a ninguna parte en una zona rural a las afueras de Nairobi. El mismo día, en la misma casa, nace el que más que un amigo será su hermano, Sam. Los padres de Sam trabajan para los padres de Ismael, ambos españoles. La madre de Ismael es diseñadora de monstruos alienígenas para una serie de televisión. El padre, un ingeniero reconvertido en extravagante inventor. Con semejantes progenitores no es de extrañar que la imaginación de Ismael sea ilimitada, y su fiel Sam no le va a la zaga. Si a esto añadimos su encuentro casual con un peculiar exastronauta con el que forjarán una entrañable amistad, no es motivo de sorpresa que la meta de los sueños de estos dos niños no sea otra que nuestro vecino planeta Marte. A nuestra pareja protagonista se le une Nadine, una bella compañera de colegio con la que completarán un trío que vivirá un sinfin de aventuras infantiles y establecerán un vínculo de por vida.
He de hacer aquí un inciso para destacar la magnifica ambientación que Javier Yanes, autor de "Tulipanes de Marte", realiza en su novela. Nos hace volar por varias localizaciones geográficas, pero es precisamente África su mayor logro. No sólo consigue trasladarnos allí con la imaginación, sino que hace que la sintamos en toda su plenitud y con todos los sentidos. Corremos por sus vastas praderas con Ismael, Samuel y Nadine, admiramos su limpio cielo que invita a soñar con otros mundos, nos sincronizamos con su ritmo pausado que marca un tiempo tranquilo tan diferente al de nuestro siempre ajetreado reloj,... Y se me ocurre además que no podía haber un lugar mejor que África, cuna de la humanidad, para lanzar la mayor epopeya jamás imaginada por esta.

Impala. Fotografía de Zest-pk.

El término de la infancia marca el fin de la inocencia y las vidas de nuestros niños toman caminos separados. Pero aunque ellos aún no lo sospechen, el vínculo que les une permanecerá inalterable. Es momento de que os cuente cómo estructura Javier Yanes los capítulos de su novela. Ismael es el narrador de su historia y por eso este libro está escrito en primera persona. Los capítulos se inician en la cueva que cobija a nuestro 'martenauta' cada vez más deteriorado por los efectos de la radiación, que enseguida reanuda su relato para seguir contando su historia. Sin embargo el final de cada capítulo está reservado para Sam, de manera que el escritor madrileño nos permite conocer también su punto de vista, al menos al principio. Muy astuto el también periodista al darle voz a un personaje tan relevante en la trama, y muy hábil al apagar esa voz a su antojo, porque aunque debo confesar que la he echado en falta, su ausencia es la que dota a esta novela del poder de originar en el lector múltiples reflexiones, pues muchas veces sin estar he sentido su presencia más que la del propio Ismael.
Cuando Sam es niño escribe un diario. Encabeza cada entrada con un 'Querido dios:'. Esta especie de memorias nos presenta a un niño tímido que nos inspira ternura, con una mente privilegiada para las ciencias pero también una gran inteligencia emocional, y a la vez un tanto acomplejado por su baja condición social. El Ismael niño en contraposición es audaz, no le cuesta tomar la iniciativa, y además es noble y generoso. Samuel deja de escribir en su diario cuando deja de creer en Dios, y a partir de ese momento sólo sabemos de sus méritos profesionales y de su fulgurante trayectoria tanto científica como social a través de los reportajes de una periodista. El problema es que da la impresión de que Sam no sólo ha dejado de creer en Dios sino también en todo atisbo de emoción humana, y el Sammy que me encandiló de niño se convierte en un adulto que cada vez me va gustando menos. A Ismael en cambio parece que la vida se ha empecinado en arrebatarle todo lo que ama, y asistimos a su deambular por el mundo como si fuera un muerto en vida.
Es difícil definir esta novela, pajaritos. Esto es malo para mí porque me cuesta organizar mis ideas para reseñarla pero es una magnífica noticia para vosotros, pues las mejores novelas para leer suelen ser complicadas de describir. No obstante, y a pesar de la dificultad, si alguien me preguntara de qué va este libro no tendría más remedio que contestarle que trata sobre los sueños. Sobre los grandes sueños de la Humanidad y sobre los no menos elevados sueños de cada ser humano. "Tulipanes de Marte" hace suya la máxima de 'ten cuidado con lo que deseas porque tus deseos podrían hacerse realidad'. Habla de cómo a veces al perseguir nuestros anhelos se nos olvida disfrutar el viaje hacia nuestra meta, de lo que perdemos por el camino, de lo distinto que es el sueño alcanzado de aquel que soñamos inicialmente.

Mars approach 2033. Fotografía de FlyingSinger


Al final me reconcilio con Sam. Pienso que la ciencia debe estar al servicio de la sociedad y su labor debe ser ayudar a construir un mundo mejor. Y me doy cuenta de que Sam opina igual. Tan sólo ocurre que mi idea de 'mejor' y la suya difieren notablemente. Consigo también no reencontrarme con los niños que fueron Ismael y Samuel, sino reconocerlos en los adultos descreídos y despojados de toda inocencia en los que se han convertido. Yanes me hace también un último regalo que como lectora considero impagable, un vuelo final del 'Capitán Ish' y del 'Capitán Sammy' (apelativos con los que se llaman de niños los dos protagonistas).
Ismael escribía sin tener la certeza de si alguien encontraría su manuscrito o de si pasarían generaciones hasta que alguien lo leyese. Yo me he encontrado con sus páginas y creo que no he tardado demasiado en hacerlo. Espero que allá donde esté esto le haga feliz. Escribía también con apremio, con miedo a no conseguir terminar de contar su historia, con una necesidad imperante de legarnos su experiencia vital. Yo quiero decirle desde aquí que a mí su mensaje me ha llegado; que no sólo he alcanzado la meta sino que he disfrutado el camino; y que no he perdido, al contrario, he ganado mucho con esta novela. Concluyo esta reseña con el mismo sentimiento con el que terminé este libro, con un poso de tristeza pero también de esperanza. Este es el motivo por el que no he podido evitar rescatar de ese yermo escenario impregnado de radiación en el que descansa Ismael Nemo y su escrito, la siguiente frase para todos vosotros, mis fieles pajaritos:
"El ser humano es un accidente infinitamente más raro y precioso de lo que él mismo puede imaginarse. Pero se niega a aceptarlo. No le gusta la verdad."

Huellas. Fotografía de Felipe Lorente.

Ficha del libro:
Título: Tulipanes de Marte
Autor: Javier Yanes
Editorial: Plaza & Janés
Año de publicación: 2014
Nº de páginas: 608

Más sobre "Tulipanes de Marte" y Javier Yanes


En la página web de la editorial, pinchando en extras, teneis disponible las primeras páginas de esta novela. O si os resulta más cómodo en este otro enlace.
Os dejo también una entrevista radiofónica a Javier Yanes en el programa "Un idioma sin fronteras" de RTVE en el que el escritor madrileño charla sobre "Tulipanes de Marte".
Y el próximo viernes... nos esperan un sinfin de aventuras de la mano del carísmático Uhtred, protagonista de Sajones, vikingos y normandos, de Bernard Cornwell. Épicas novelas que recrean cómo se forjó una gran nación, Inglaterra.