Yo soy de los que le tengo mucho respeto al mar. Mucho mucho mucho. El hecho solo de imaginarme flotando a no se cuantos metros de altura sobre peces raros, calamares, medusas que pican o venga, en el peor de los casos; tiburones, simplemente me da como ¿ganas de salir corriendo? -buscando la tierra firme y segura -. Clínicamente podríamos decir que padezco talasofobia, pero eso ya es muy heavy. No es que yo tenga temblores morbosos y patológicos al sentir las olas contra mi cara. O que no pueda ni si quiera montarme en un barco. Es solo, estar nadando en él (o ella), en esa inmensidad, vastedad o grandiosidad. Y no tengo ningún trauma infantil, eso es lo raro. Bueno; recuerdo que una vez, con 12 años que me dio por nadar hasta la típica bolla amarilla, que desde la orilla de la playa parece que está “al doblar la ola”, pero en verdad está donde Jesús perdió la chancla. Y cuando llegué pues llegué reventado y a la vuelta empezó a darme calambres los brazos y las piernas, y empecé a gritar y a vomitar hasta que un nota con una moto acuática me rescató. Solo eso. No, yaaaa respondo. No era ni gordo, ni tenía gafas y era un marginado. Solo era una niño con grandes ambiciones. Si, y un poco g*****llas también.
Tulkou – Sami Guellaï y Mohamed Falilou Fadera
Publicado el 11 septiembre 2013 por Maresssss @cineyear
in cortando la rutina / by Marcos B. G. / on September 11, 2013 at 11:31 pm /