Tulkou – Sami Guellaï y Mohamed Falilou Fadera

Publicado el 11 septiembre 2013 por Maresssss @cineyear
in cortando la rutina / by Marcos B. G. / on September 11, 2013 at 11:31 pm /

Yo soy de los que le tengo mucho respeto al mar. Mucho mucho mucho. El hecho solo de imaginarme flotando a no se cuantos metros de altura sobre peces raros, calamares, medusas que pican o venga, en el peor de los casos; tiburones, simplemente me da como ¿ganas de salir corriendo? -buscando la tierra firme y segura -. Clínicamente podríamos decir que padezco talasofobia, pero eso ya es muy heavy. No es que yo tenga temblores morbosos y patológicos al sentir las olas contra mi cara. O que no pueda ni si quiera montarme en un barco. Es solo, estar nadando en él (o ella), en esa inmensidad, vastedad o grandiosidad. Y no tengo ningún trauma infantil, eso es lo raro. Bueno; recuerdo que una vez, con 12 años que me dio por nadar hasta la típica bolla amarilla, que desde la orilla de la playa parece que está “al doblar la ola”, pero en verdad está donde Jesús perdió la chancla. Y cuando llegué pues llegué reventado y a la vuelta empezó a darme calambres los brazos y las piernas, y empecé a gritar y a vomitar hasta que un nota con una moto acuática me rescató. Solo eso. No, yaaaa respondo. No era ni gordo, ni tenía gafas y era un marginado. Solo era una niño con grandes ambiciones. Si, y un poco g*****llas también.

Después de ojear los blogs de los directores, Samy Guellaï y Mohamed Falilou Fadera, uno se hace algo parecido a una idea de la fascinación de un ilustrador o dibujante. Y de la maestría que ello supone. Además de crear un historia con argumento, es de gran relevancia diseñar unos buenos personajes protagonistas y secundarios que presenten las cuatro o cinco esencias de estos y encima abrumen al espectador tan solo verlos. Y para eso, ya no solo vale saber dibujarlos y animarlos a la vieja usanza, como hacía nuestro querido Walt Disney y su séquito y discípulos. No. Si no que ahora cuenta casi más el saber de que manera animarlos. Y vale cualquier cosa, incluso recortes de cartón en stopmotion digitalizadas más tarde y modeladas en 3D. Si, hablamos de Tulkou, título procedente de la denominación del budismo tibetano a una personalidad religiosa reconocida como reencarnación de una persona con poder o de un lama desaparecido. Quizás saber esto os ayude a descifrar la moraleja. En CineYEAR hoy toca animación muda de la exquisita de 11 minutos de duración y sin duda recién salidita del horno 2013.