El volumen está compuesto por ocho relatos que tratan diversas historias de carácter criminal: el problema de librarse de cadáveres de asesinados, el peso del narcotráfico en la vida cotidiana, historias de asesinos múltiples seriales… Todas estas historias nos son narradas con una economía de medios admirable, imaginamos que reforzado por las restricciones propias del relato, que es capaz de prendernos a sus historias, a sus personajes y a sus diversos escenarios con una fuerza que raramente encontramos en otros libros.
Sus historias tienen siempre un punto inquietante —el autor ya publicó un libro de relatos de este género—, y están llenos de una retranca y un humor negro que estimula y lubrica unas historias bastante cruentas.
que la vida no vale nada, no es un verso
Como ya señalábamos anteriormente los temas que trata son de lo más variado, pero entonos ellos la violencia y el crimen duro son pilares de unos relatos que sorprenden por muy diversas razones. Por ejemplo en uno de ellos nos propone una reescritura de una de las más míticas películas de suspense, con unas alternativas de trama originales y potentes. En otros son más que interesantes sus finales que implican poderosos giros de guión, que por supuesto sorprenden y dejan un regusto magnífico.
En general son muy importantes sus personajes y protagonistas, entre los cuales encontramos muy a menudo personas que se han encontrado inmersas, de forma más o menos inocente en situaciones extremas, y que navegarán como puedan en tan procelosas situaciones, y actuando de forma radical ante las radicales situaciones en las que se ven involucrados. Hay mucha acción, bastantes tiros y muertos, pero sobre todo hay una acción directa de los impulsos para sobrevivir, que tan extraña nos resulta en estos pagos, donde lo virtual se confunde con la sensación directa, y la violencia verbal no suele tener repercusiones de violencia física.
El escenario es Panamá, su interior y sus costas caribeñas, por lo cual no esperen islas paradisíacas, sino manglares, zonas pantanosas, calor extremo, y una naturaleza que bajo su exuberancia, está lleno de una vida depredadora para los vulgares humanos.
Y el escenario social resulta de igual forma violento y depredador. Nos encontramos en un marco social, que dirime sus conflictos de forma un tanto diferente a como pretendemos hacerlo en la presuntamente civilizada Europa. El echar mano de la fuerza física, del arma, es habitual en situaciones extremas tanto sean provocadas por codicia, por afán de poder o por ansia sexual.
Y aunque el escenario podría haber llenado de documentalismo y tipismo local la narración, el autor logra con una eficiente economía de medios, situar la acción en un país centroamericano tropical, pero deja gran espacio para las historias y sus personajes. Eso sí, nos deja un tanto estupefactos cuando en uno de los relatos que trata sobre un singular “todo incluido”, la música ambiental es de Joy Division, o un concierto se inicia con el celebérrimo —en España—, "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?" de los madrileños Burning. Suponemos que el hecho de que en la biografía del autor se nos hable de su experiencia como pinchadiscos y la generación a la que pertenece permite entender un hecho que nos resulta un tanto sorpresivo en un país de Centroamérica del que tenemos el cliché de la música salsera y caliente.
Finalmente no hemos de olvidar —y el autor no nos lo permite en estos relatos—, de que estamos en una realidad social donde la violencia es mucho más cotidiana y brutal que en nuestros lares, y donde aquello que cantaba Mercedes Sosa, de que la vida no vale nada, no es un verso, es una realidad cotidiana. Todo esto en un espléndido libro de relatos criminales, que espero puedan disfrutarlo tanto como lo ha hecho el reseñador del mismo.
Serbal, 2017Compra online
José María Sánchez Pardo