Sin embargo, los primeros resultados los han logrado en Túnez con sus protestas radicales y sostenidas. Han echado al presidente, un dictador que ha tenido que salir por pies. Veremos si el futuro que espera a este país, el menos islamizado del Magreb, es mejor que el que le aguardaba con Ben Alí. Ahora lo que hace falta es que cunda el ejemplo y la gente de los países vecinos hagan lo propio con los tiranuelos que los gobiernan. Aunque el peligro de los radicales islámicos está ahí, intentando capitalizar las protestas.
A ver si los gobiernos de los países de la orilla norte del Mediterráneo ponen sus barbas a remojar.