Turismo de solidaridad

Por Jmbigas @jmbigas

En otras épocas menos sofisticadas que la actual, el Turismo no tenía apellidos. Se hacía turismo para visitar otros lugares y conocer otras personas, y disfrutar de lo que eso nos podía ofrecer. Se venía a España o se iba al Caribe a dorarse al Sol, o se visitaban ciudades para ver sus Museos, o conocer sus pubs, o probar su cerveza o su vino, y degustar sus platos típicos.

Solidaridad. Fuente: guillermotornatore.com


Pero cuando el Turismo se ha masificado, la necesidad del Marketing obliga a la segmentación, para que la Oferta pueda ofrecer a cada cual lo que efectivamente anda buscando. Se habla hoy del turismo de Sol y Playa, el Cultural, el turismo rural, el Turismo Deportivo o el Cinegético, el Médico y muchos otros más.

Y también han nacido algunas especialidades bastante menos diáfanas. Ya comenté en otra ocasión sobre el que llamé Turismo de Altercado. Y hoy quisiera centrarme en el Turismo de Solidaridad.

El origen de lo que hoy conocemos como movimientos solidarios deberíamos buscarlo en el concepto cristiano de la caridad. Para mi, la única concepción válida de la caridad tiene dos caras: la primera es el poder aplicar paliativos a situaciones puntualmente muy negativas o problemáticas (desastres naturales imprevisibles, por ejemplo); la segunda tiene que ver con acciones estructurales encaminadas a que el problema desaparezca.

Cuando la caridad intenta poner remedio a problemas concretos, es razonable. Pero cuando la caridad contribuye a perpetuar la injusticia, todo el tema se convierte en extremadamente sospechoso. Todos recordamos esas mesas petitorias donde las señoronas recaudaban limosnas para los negritos del África, por ejemplo. Señoronas cuyos maridos eran, muy probablemente, explotadores sin alma. Una forma como otra de narcotizar las consciencias. En lugar de atajar el problema, hagámoslo eterno.

La progresiva laicización de la sociedad ha hecho evolucionar el concepto de la caridad religiosa hacia la solidaridad laica. Han aparecido como setas las llamadas ONG,s (Organizaciones No Gubernamentales), que se encargan de recaudar solidaridad en los países privilegiados, y distribuirla por los países pobres. Y es el caso que muchas ONG,s incurren en contradicción, pues viven en buena parte de las subvenciones del Estado. Incluidas, por cierto, las del ámbito de la Iglesia Católica. Porque en España la separación Iglesia-Estado nunca ha sido una realidad, por lo menos hasta ahora.

Lady Diana de Gales
Fuente: taringa.net

Aportamos, a través de las ONG,s, nuestro dinero o nuestro tiempo para aplicar remedios paliativos a situaciones de injusticia. Pero olvidamos que lo que realmente hay que hacer es erradicar la injusticia misma. Aportamos dinero para apadrinar (patrocinar) a un niño de algún país del Tercer Mundo. Para que pueda comer y recibir una cierta educación. Aunque seguirá rodeado de otros niños que no pueden comer ni recibir educación. O dedicamos unas semanas de nuestro tiempo a construir una escuela en alguna remota aldea; olvidando que eso en nada va a contribuir para mejorar el sistema educativo (presuntamente inexistente) de ese país. Nos sentimos como Reyes Magos, y eso ya nos vale. Pero, ¿les vale a ellos?.

Otra vez, como con la caridad, la solidaridad sirve para narcotizar nuestras consciencias, que se sienten culpables porque pensamos que somos privilegiados. Nos sentimos tranquilizados porque 'hacemos lo que podemos'. Pero no hacemos lo que hay que hacer, sea lo que sea.
Lógicamente, ante la aparición en el mercado de una demanda de solidaridad, aparecen con rapidez actores económicos que proponen una oferta que la cubra. Y estos actores son, básicamente, las ONG,s. Se puede leer un artículo extremadamente crítico con las ONG,s en el blog AVENTURA EN LA TIERRA

Cuando suceden cosas como el secuestro de los cooperantes españoles en Mauritania, y su posterior liberación previo pago de rescate, diga el Gobierno lo que diga, que qué va a decir, se nos arruga la nariz en una mueca invencible. Algo nos huele mal en todo el tema, porque casi parece que estemos hablando de Safaris Solidarios, de Solidaridad Deportiva, o directamente de solidaridad como Deporte de Aventura. Creo que esto no era así.

La caridad (o la solidaridad, para el caso) contribuye a perpetuar la injusticia. Porque la propia existencia de las ONG también tranquiliza a los Gobiernos, que ya hacen lo que pueden. Todos felices y encantados de habernos conocido, convencidos de que nos estamos ganando el Cielo, aunque no creamos en él.

Las figuras populares (cantantes, actores o actrices del cine, personajes de la realeza o la aristocracia,...) actúan de puntas de lanza del marketing de este fenómeno. Viajan a países del Tercer Mundo con una bandada de fotógrafos, que reflejarán y distribuirán a todo el mundo ese momento en que la estrella tuvo a un negrito en brazos. Patético, si no fuera ridículo.

Rompo una lanza en favor de los solidarios de verdad, por ejemplo esos bomberos que viajan a países que han sido sacudidos por desastres de todo tipo (terremotos, inundaciones,...), con la idea obsesiva de rescatar y salvar a las personas que puedan quedar con vida. Poniendo en ello su mejor saber y entender, y su oficio y profesionalidad. Realmente ayudan en situaciones que desbordarían a cualquier gobierno.

Turismo de Solidaridad
Fuente: turismito.com

Pero esa solidaridad de escenario, esa solidaridad como Deporte de Aventura me resulta irritante. Porque el propio hecho de que exista ya le da a los Gobiernos la coartada para no intervenir en remediar las injusticias. También tienen la sensación de que ya hacen lo que pueden.

Y, mientras tanto, los gobiernos autocráticos y corruptos de muchos de esos países se eternizan y siguen adelante como si no fuera con ellos. Para muchos, las ONG,s son una fuente adicional de fondos y de productos que reconducir hacia los mercados negros del estraperlo, o que derivar directamente a sus cuentas en el extranjero.

Desde este punto de vista, el Turismo de Solidaridad, aparte de tranquilizar conciencias, contribuye a perpetuar la injusticia. Se intenta poner remedio a lo que la injusticia provoca, pero no se corrige la injusticia misma, sino que casi se acepta como algo inevitable.

JMBA