Marcela y su familia nos recibieron en su casa de Belén de Guanacaste con una cálida bienvenida: comida casera, habitación lista y muchas ganas de conocernos. Tahiel en seguida se hizo amigo de las nenas de la casa y nosotros pudimos relajarnos un poco, como ocurre siempre que hay chicos en el lugar donde llegamos. Además de recibirnos en su casa, Marcela nos organizó algunas presentaciones de magia solidaria en un pueblo vecino. Pero como no quería que nos fuéramos de Costa Rica sin conocer un poco más de su querido Guanacaste, nos consiguió una invitación para pasar un día de turismo rural en la hacienda El Viejo Wetlands, un refugio de vida silvestre donde se puede conocer algo de la cultura y gastronomía guanacasteca, además de disfrutar de un entorno natural protegido, con gran variedad de animales y plantas.
Llegamos en auto por un camino de ripio y algunos pozos, pero felices porque a pesar de que el día estaba nublado todavía la lluvia no aparecía. Estacionamos el auto y nos recibió Adriana con alegría y orgullo por todo lo que tenían para compartir con nosotros. Lo primero que vimos fue una enorme casona del siglo XIX, reciclada para albergar salones y un restaurante, donde se puede saborear un típico almuerzo tico. Desde el piso superior de la casona se contemplan una bellas vistas de la zona, por eso si andan por ahí, no dejen de subir y conocer el primer piso. Un lugar donde uno podría pasarse horas con un buen libro, en una charla amena o, simplemente, observando el marco que la rodea.
El lugar ofrece varias opciones de excursiones y la nuestra incluía un almuerzo en la casona, un paseo en bote por el río Tempisque y la reserva natural y un tour cultural centrado en la gastronomía de la zona.
Terminamos el almuerzo y la lluvia apareció otra vez, pero la actividad que nos propusieron era tentadora y no queríamos dejar de hacerla por un poco de agua. Al fin y al cabo es eso, un poco de agua que después se seca de la ropa y el cuerpo.
Nos fuimos hasta el embarcadero y nos subimos a uno de los barcos que están disponibles para hacer el recorrido. Tahiel estaba atento, como expectante por lo que podía llegar a ver. Se colocó su chaleco salvavidas y se sentó, tranquilo, a observar. Los primeros minutos del recorrido transcurrieron sin mayores sobresaltos y solo veíamos algunas aves que sobrevolaban el río para cruzar de una orilla a la otra. Entre ellas, se destacaban las garzas. Pero algunas eran garzas diferentes a las blancas que yo estaba acostumbrada a ver, porque acá había algunas azules y otras a las que llaman “garzas tigre”, por su pelaje similar al tigre.
Luego de unos minutos, nos divertimos con los monos saltarines que no paraban de mover las copas de los árboles como diciendo “miren que estamos acá arriba”.
Pero, sin dudas, lo que más llamó nuestra atención (y, sobre todo, la de Tahiel), fue la presencia de un cocodrilo. El conductor del barco disminuyó la velocidad, hizo un pequeño giro y lo señaló: ahí estaba, descansando en la orilla, un enorme cocodrilo.
Marcela nos contaba que cuando era chica era muy común que los niños y niñas se bañaran en el río Tempisque, porque no se veían cocodrilos, pero que ahora es un poco peligroso hacerlo.
Al final del paseo, la lluvia volvió a hacerse presente, por lo que regresamos al casco de la estancia un poco pasados por agua.
Allí nos esperaban para enseñarnos sobre algunas costumbres guanacastecas, desde la vestimenta tradicional y un grito que expresa alegría (entre otras cosas) hasta el arado y algunas canciones. Pero donde más nos detuvimos fue en la gastronomía. Muchas comidas se hacen a base de maíz y tuvimos la posibilidad de preparar unas tortillas. No solo las preparamos, sino que las cocinamos y, por supuesto, las comimos!
No queremos contarles mucho más así pueden experimentar por ustedes mismos este paseo que vale mucho la pena, sobre todo si viajan en familia y son de quienes gustan conocer las tradiciones locales.
¡Muchas gracias Marcela y Adriana, por la experiencia!
Para más información, pueden ver las ofertas de actividades en la web de El Viejo Wetlands.
¡Muy buen viaje!
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