Si no cambia las fechas, en septiembre irrumpirán las elecciones catalanas que presuntamente Mas ideó para llevar en su horizonte político la independencia tan cacareada y paseada.
No sé si es bueno convocar esas elecciones, después de ver como han transcurrido las del 24 de mayo.
Con esa tranquilidad que me da la tarde y viendo desde el parque donde estoy escribiendo, creo sinceramente que Mas, posiblemente se equivoca.
Puedo estar equivocado pero Artur Mas ha calibrado mal los tiempos. Y en política los tiempos hay que saber gestionarlos adecuadamente; hay que calibrar todas las puntadas para hilvanar adecuadamente todas las costuras que componen la armadura de la región, nación o país, como se quiera denominar al espacio físico y psíquico que es el concepto de independencia.
Esperemos que el sosiego de los días que faltan para las elecciones (las que sean) refresquen la memoria y pongan las neuronas de los políticos a trabajar para mejorar la vida de los ciudadanos que es el fin último y único para lo fueron elegidos.
Salvemos lo que queda de democracia, pero no destruyamos lo que nos costó tanto conseguir con el esfuerzo de mucha buena gente a lo largo de casi 40 años desde que comenzó la era de la Transición No Transitada (TNT).
Esa rutina que a lo largo de estos años, muchos hemos convertido en tarea diaria de divulgación de lo que queremos para nuestro país.
Ahora se vislumbra el comienzo de un nuevo camino para hacer otra transición esta vez transitada llena de ilusión y nuevos retos para tener la posibilidad de que todos nos sintamos realmente una Transición a la Verdadera Democracia (TVD).
Apoyándonos en lo bueno que tenemos, aunemos esfuerzos comunes y consigamos esa TVD.